Investigadores (en concreto, biólogos y especialistas en robótica) estadounidenses financiados por el Departamento de Defensa de su país, han conseguido generar por primera vez auténticas "máquinas biológicas" o, como se les empieza a conocer, "biobots". Las ahora producidas se hallan integradas por dos tipos de células obtenidas de una determinada especie de rana: células contráctiles del corazón, activas o dinámicas, y células de la piel, pasivas o estáticas.Las primeras permiten que el conjunto formado por unas y otras se mueva. Con ellas y previa simulación en ordenador, los mencionados científicos han desarrollado diversos tipos de estructuras pluricelulares(no animales, ni siquiera embriones) de apenas medio milímetro capaces de desplazarse y realizar varias clases de operaciones sencillas predeterminadas (por ejemplo, empujar un pequeño objeto). La investigación resulta prometedora en el campo de la salud por la posibilidad de utilizar en el futuro estos ingenios con fines sanitarios, y también en el ámbito de la ecología, pues podrían contribuir a eliminar materiales contaminantes del medio ambiente. Sin embargo, este hito tecnocientífico suscita a la vez interrogantes éticos sobre los límites de la manipulación de los organismos, cuyas consecuencias resultan imprevisibles, e incluso plantea problemas filosóficos como el de la redefinición de la idea de "naturaleza", ya que si esta se venía concibiendo desde los griegos como aquello que se genera y se mueve por sí mismo al margen de la técnica, el concepto mismo de "biobot"-recordemos, "máquina biológica"- cuestiona la clásica distinción entre lo natural y lo artificial y abre la puerta a categorías intermedias hasta ahora inéditas.