El efusivo abrazo de Pedro Sánchez a Pablo Iglesias, ha sido de lo más enternecedor. ¡Que se besen, que se besen! Quisimos exclamar, emocionados los ciudadanos.

Fue un "noviazgo" tormentoso y excesivamente largo que nos abocó a unas nuevas elecciones generales (10N), lo que ha supuesto para las maltrechas arcas públicas -dinero de los contribuyentes-, un desembolso de 140 millones de euros.

No sabemos si esta sorprendentemente expedita alianza Sánchez-Iglesias -reconciliación interesada de un "matrimonio" de conveniencia-, será duradera o si, como los yogures, tendrá fecha de caducidad. Las evidentes discrepancias sobre asuntos de gran relevancia para la gobernabilidad de España -el independentismo en Cataluña, entre otras, continúa siendo la "piedra en el zapato" que condiciona la normal convivencia"-, pueden ser escollos difícilmente salvables.

No obstante, como necesario y saludable ejercicio de confianza, hemos de concederles el beneficio de la duda. ¡Que vivan los novios!