Después de las elecciones y la investidura fallida de Pedro Sánchez y por la fragmentación política, España se está convirtiendo en un conjunto de tribus. Los españoles se ven más distanciados por las ideologías de los partidos y notamos un comportamiento muy extraño que puede ser muy peligroso.

Quien piense que en España tenemos una democracia está muy equivocado, pues tenemos tres: la central, la autonómica y la catalana.

Cataluña sigue un curso muy diferente a la central y autonómicas, pero parece que nadie lo comprende y esto socaba los fundamentos de nuestro sistema.

Viendo cómo se comportan los políticos catalanes, nos damos cuenta que una ley, no es una ley. Una ley es un obstáculo a superar, esquivándolo por la izquierda, derecha, saltándolo o derribándolo, como mejor convenga.

Que algunos terroristas de ETA representen a partidos en el mundo político es inexplicable. Que algunos políticos catalanes se autoexilien en países europeos y hablen negativamente de España no se comprende. Que utilicen lazos amarillos, como si fueran estrellas de David, es el colmo.

Lo mas curioso es que estos políticos cobran un salario y pagan a sus abogados con el dinero de los contribuyentes. Nos damos cuenta que las leyes no son para todos iguales.

Nuestra nación tiene muchos problemas, como el desempleo, salud pública, pobreza, clima y medio ambiente y a pesar de estas debilidades, nuestros políticos siguen con sus egoísmos de transigencias.

Una ley es un obstáculo a superar y no a respetarla.