Aunque con características distintas a las de otras latitudes, también en Europa y, por supuesto en España, existe una persecución constante y grave al cristianismo que según algunos, debería de estar relegado a las sacristías.

Los recientes acontecimientos en Sri Lanka, han conmocionado a la sociedad por lo que suponen de tragedias personales e incluso por lo que indican de desprecio a las libertades fundamentales de cualquier individuo.

Que unos ciudadanos pierdan la vida en una iglesia, sea de la confesión que sea, por el mero hecho de expresar públicamente sus convicciones religiosas, es uno de los acontecimientos más abominables que pueden darse en una sociedad que se llama moderna y democrática.

Pero ocurre que no es necesario fijar la mirada en países y regiones en los que la mezcla de creencias puede llevar, en la práctica, a tales tragedias que, por otra parte, corroboran las estadísticas que indican que el cristianismo es la religión más perseguida en el mundo.