"Todo lo que se ignora, se desprecia" (Antonio Machado).

Cadrete, un pequeño municipio ubicado a unos 12 kilómetros al sur de la ciudad de Zaragoza, ha dejado de ser una población casi desconocida para convertirse en noticia, tanto en la prensa y televisiones convencionales como en las redes sociales. ¿El motivo? La primera medida tomada, en interés general y cumplimiento de programa electoral, por la nueva corporación municipal, regida por el "trifachito": PP, Cs y Vox. La retirada del busto de Abderramán III ubicado en la plaza principal del pueblo. ¿El motivo? Para la alcaldesa (PP) deberá instalarse en el museo de interpretación del castillo, que erigió el califa para defensa y ataque a los rebeldes tuyibíes, y para emprender la toma de Zaracosta (actual Zaragoza). "El mantenerlo públicamente en la plaza era un honor desmerecido, cuando el pueblo fue cuna de otros grandes cadretanos, que tanto hicieron por nuestro pueblo". Desconozco a quienes se refiere, aunque dudo que hayan llegado a la altura universal del califa cordobés, en el occidente de entonces.

El concejal de urbanismo, y teniente alcalde, Jesús García Royo (Vox), fue el encargado de ejecutar la obra del traslado. Defiende la ejecución: "Abderramán III, aunque mandó construir el castillo, no gustaba como trataba a las mujeres y a los niños". No era, pues, una cuestión de ubicación, si no por ser un adelantado en su tiempo a lo que su partido define como "violencia intrafamiliar". Me imagino que lo tiene bien documentado. Aunque toda sofocación de una rebelión, tanto mora como cristiana, esté salpicada de actos violentos, no era una de las importantes características de Abderramán III para ampliar o consolidar el Califato de Córdoba. Yo recomendaría a este político la lectura de la obra "La corte del Califa. Cuatro años en la Córdoba de los Omeyas", de Eduardo Manzano Moreno, quizás el mayor experto en la dominación y extensión de El Andalus, Editorial Planeta, 2019.

La medida obedece, más que a un sentimiento islamófobo o xenófobo militante, a una ignorancia supina. Abderramán III profesaba la religión musulmana, pero era tan español como lo pueda ser el señor García Royo. Nacido en Córdoba llevaba sangre vascona, al ser hijo, nieto y biznieto de vasconas. Es más, sus rasgos le delataban. Poseía ojos azules, faz blanca, barba rubia, que tendía a teñirla de negro para que señores cristianos le ofrendasen los tributos, cuando les recibía en la ciudad palatina de Medina Azahara. Recordarles a este trío de aguiluchos que el origen etimológico de su pueblo procede del árabe Quadrit. Y honores merecidos los tiene Abderramán III por haber creado la primera escuela de medicina en toda Europa, la fundación de 70 bibliotecas, la escuela de traductores del hebreo y griego al árabe. "Durante ocho siglos lo que tuvo lugar no fue una masiva conquista peninsular, fue un proceso de islamización de los pueblos indígenas" (Américo Castro, "España en su historia").