El mito de la transición política
Hace 15 años se negaba en rotundo la violencia en la Transición. Se decía que fuera solo ETA. Así, Caraballo, de El Confidencial, afirmó que España fue el único país en hacerlo de un modo pacífico. Y Angela Merkel envió una carta a Pedro Sánchez alabando ese trance modélico.
Sophie Baby contabilizó un mínimo de 714 muertos y más de 3.000 actos violentos entre 1975 y 1982. Las cifras no son más alentadoras que las que arrojaron los Años del Plomo en Italia (1969-80). En el país transalpino hubo menos muertos pero más actos violentos.
En España fue el momento de violencia más intenso después de la primera posguerra. El clímax se dio en 1979-80 con 158 y 157 muertos respectivamente.
La violencia no se debe solo a ETA aunque es el grupo más sanguinario. Asesinó más de 400 personas en la Transición de las que el 60% fueron dentro del País Vasco. Mataron también la Extrema Derecha (67), los Grapo (66), la Extrema Izquierda, Terra Lliure...
Hubo más violencia en las grandes urbes. Un 29 % de las víctimas no tenían un estigma, político o económico, para ser considerados un blanco por lo Baby que las clasificó como anónimos.
El momento de partida podría ser el atentado contra Carrero Blanco en diciembre del 73. Le sigue el cometido en la Cafetería Rolando en septiembre del 74.Tras la llegada de la monarquía en los años 76-77 hay mucha violencia tumultuaria o de baja intensidad. Pero la violencia que ocasiona muertos sube después de la Constitución del 78 hasta 1980. Esto se debe a que ciertos colectivos están en un conflicto abierto con el Estado. Después del 23F la extrema derecha pierde su razón de ser al fracasar su esperanza. Los Grapo fueron descabezados y actúan con menos fuerza. Otra fecha significativa sería el final de los Gal hacia 1986. Coincide con la profesionalización de las Fuerzas Armadas y su integración en la OTAN y la entrada en España en la UE.
En conclusión, la violencia fue dispersa y fragmentada. Controlada y contenida por el poder. No impidió el éxito global de la Transición. Los violentos fueron una minoría y no consiguieron adhesión en los grandes partidos. Desde el principio se buscó y pensó una reforma pacífica. Querían que se pareciese más a la Revolución de los Claveles que al final de la II República. No se sucumbió a la Revolución ni a la Contrarrevolución, salvo el episodio aislado y fallido del 23F.
Se esperaba mucha más violencia de la que en realidad hubo. Así lo plasmó con humor Mingote en una viñeta de enero del 77 en ABC. Tras la matanza de cinco abogados en Atocha dibujó las dos Españas. A un lado el pueblo unido gritando paz y libertad y aislados los pistoleros.
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