Me gustaría que todo el mundo pudiese leer esta pequeña redacción realizada libremente por Candela, una alumna de 7 años, 2º primaria, a petición de su profesor para que describiese a un compañero de clase, Lucas, que es a quien ella escogió. Texto que debiera leer todo aquel que se muestre reacio a la inclusión de alumnos con dificultades de cualquier tipo en nuestro sistema educativo público.

El texto dice así: "Mi compañero especial", Mi amigo es muy alto, tiene 9 años, usa chupete porque es súper especial. Hace una cosa llamada aleteo, que significa que mueve los brazos hacia arriba y hacia abajo. Es muy divertido y viste muy elegante. Me encanta cuando lleva el pelo de punta y tiene los ojos marrones. Cuando me ve se pone muy contento y le encanta la música. Se pone a reír cuando hacemos el tonto, ¡madre mía! , ¡No os digo cuanto se ríe en los cuentacuentos! Vive al lado de nuestro cole. Tiene una hermana, yo siempre que puedo juego con él y lo hago reír."

Si después de leer esto alguien sigue pensando que tener un compañero "especial" en la clase de su hijo es perjudicial para su formación, que va a aprender menos contenidos o que le va a restar tiempo de atención de su maestro, espero que cambie de opinión y sea capaz de ver el enriquecimiento social, inclusivo y personal que esto supone para unos y otros. Valores como la empatía, la solidaridad, la cooperación la sensibilidad y muchos otros. En definitiva, hace mejores personas en esta sociedad cada vez más egoísta.

Cosas como esta son las que hacen satisfactoria la labor docente, sobre todo en los tiempos que corren, en los que los valores y la maduración personal están por debajo de otros factores como la apariencia, la competitividad o los valores materiales. Gracias Candela, por dejarnos ver, desde el punto de vista de un niño, todo aquel cariño, empatía y madurez que aportan estos alumnos a todos nosotros.