Casi sin darnos cuenta ya han pasado los meses de julio y agosto, miles de pequeños saharauis acogidos por familias en España y algunos países europeos se preparan para regresar con sus familia a los campamentos de refugiados saharauis.

Aprovecharon su estancia para pasar revisiones médicas. A algunos gracias a estos reconocimientos se les detectaron graves dolencias que pudieron ser tratadas dándoles una oportunidad de mejorar su calidad de vida.

Estos pequeños se convierten durante los meses de verano en los mejores embajadores que el Sáhara Occidental puede tener, haciendo visible este conflicto que se prolonga en el tiempo ya cuarenta años. Cuarenta años de cruel ocupación por parte del régimen marroquí orquestada con la complicidad de distintos países que anteponen intereses económicos al derecho del pueblo saharaui a decidir su futuro y poder vivir en libertad.

Marchan con sus maletas cargadas de la ayuda y regalos que las familias de acogida brindan a las familias saharauis de estos pequeños, pero sobre todo marchan llenos de la ilusión y el cariño que de una manera solidaria y desinteresada reciben durante estos dos meses de verano. Cariño que no les falta en sus hogares en los campamentos, donde los malos tratos y la violencia doméstica es inexistente pero el fantasma del exilio tiene un peso casi insoportable.

Las familias de acogida son un eslabón fundamental en la cadena de solidaridad con el pueblo saharaui y por suerte muchas de estas familias entienden que esta solidaridad no debe terminar con la marcha de "su niño" al final del verano.

Mantienen su labor solidaria durante todo el año participando activamente en las actividades que las diferentes asociaciones de ayuda al pueblo saharaui organizan, como las campañas de recogida de ayuda humanitaria destinada a paliar las carencias existentes en los campamentos de refugiados, organizando charlas y debates para concienciar a la población, denunciando la situación de violación de los más básicos derechos a la que es sometida la población saharaui en los territorios ocupados a manos de las fuerzas de ocupación marroquíes, pidiendo la libertad para los presos políticos saharauis que sufren condena en condiciones inhumanas y culpables del único delito de luchar por la libertad de su pueblo.

Las familias de acogida son conscientes que la solución a este conflicto no está en el envío de ayuda humanitaria a los campamentos de refugiados saharauis, saben que la solución es política y vendrá dada por la exigencia a Marruecos a cumplir con la legalidad internacional y obligarle a admitir la celebración de un referéndum de autodeterminación que acabaría con esta injusticia. Pero el pueblo saharaui puede estar seguro que mientras los responsables de esta situación no asuman su papel y se vean obligados a vivir bajo la ocupación y en el exilio podrán contar con su toda su ayuda y apoyo.