Semana Mundial?de la Vacunación
Carmen Vallejo / Redondela
Del 24 al 30 de abril se celebró la Semana Mundial de la Vacunación, una campaña de la OMS dirigida a alcanzar mayores coberturas de vacunación en el mundo bajo el eslogan "Por un futuro saludable, vacúnate" y casi, al mismo tiempo, recibíamos la noticia de que la Agencia Española de Medicamentos no autorizaba la venta en España de Bexsero, una vacuna que abre la esperanza a las letales consecuencias de la meningitis B. Una letalidad que alcanza al diez por ciento de los afectados y que deja a más de un tercio con graves secuelas (amputaciones, sordera, parálisis cerebral...).
Esta enfermedad es más frecuente en el norte de España y en zonas de costa. En Galicia tenemos unos 50 o 60 casos al año y el que produce la mayoría de ellos es el subgrupo B, ya que frente al C sí se está vacunando. La vacuna abría una puerta a la esperanza, ya que si bien el número de casos se puede considerar "reducido", el desenlace de la enfermedad es la muerte o la supervivencia con secuelas severas. Obviamente, la decisión de no autorizar la vacuna no puede ser económica. El Gobierno de Feijóo anunciaba, hace apenas unas semanas, que destinaría 4,7 millones de euros a "sanear" los balances de las concesionarias de dos viales en riesgo de quiebra. El coste de vacunación no alcanzaría esa cantidad y el beneficio social sería enorme. Solo basta pensar en el coste de vacunar a un niño y el coste de atención médica si se ve afectado por la enfermedad.
El pasado mes de abril conocíamos el caso de Victoria, una niña de Pontecesures que sobrevivió a la enfermedad pero con las dos piernas amputadas; en total, estuvo casi seis meses en el hospital y de ellos, 40 días en la UCI pediátrica. Pensando en que esto se podría haber evitado con tres dosis de vacuna, ahorrando un amargo calvario a los padres y terribles secuelas para la pequeña, cabe preguntarse cuáles son las prioridades de nuestros gobernantes. Las vacunas salvan vidas, y muchas enfermedades mortales han pasado a la historia gracias a ellas, como la viruela, erradicada en 1978, o la polio, a punto de desaparecer.
No hay razones para que un niño muera o sufra graves secuelas por una enfermedad prevenible mediante vacunación. El turismo sanitario se ha terminado en España. La crisis lo ha barrido. Ahora somos los españoles los que tendremos que ir a Francia o Portugal para surtirnos de vacunas y preservar, así, la salud de nuestros hijos, pues nuestra sanidad es cada vez es menos pública, menos gratuita y menos universal.
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