Guillermo Alonso Jáudenes
Juan Manuel Cividanes Roger / Vigo
En cuanto me enteré que nos dejabas, me di cuenta de que no había buscado la oportunidad para agradecerte todo lo que me has dado. Con esta carta me gustaría poder decirte lo que no tuve ocasión de hacer en persona. Además me alegraría si sirviese para contribuir a que los vigueses te recordemos como una de las grandes personalidades de nuestra época.
En lo personal, no he sabido valorar la oportunidad que me dabas hasta mucho después de haberla disfrutado. Una vez llegado a esa edad en la que uno se da cuenta que la vida nos somete a decisiones difíciles, y que solamente unos pocos toman el camino arriesgado, seguramente también el de la oportunidad, he podido valorar los riesgos que tuviste que ponderar al contratarme como director comercial de Palacio de Oriente, cuando tenía 26 años. Grandísima oportunidad para mí, riesgos importantísimos para ti. Mi juventud, la amistad de nuestras familias, que si no me equivoco se remontan a tu madre Bancha y a mi abuela María Teresa, o las distorsiones que se podían generar en la organización, por citar alguno de esos riesgos. A pesar de todo ello me diste una oportunidad. Muchas gracias.
En lo profesional, desde el primer día me dedicaste todo el tiempo necesario para que pudiera aprender las particularidades de cada una de las especies susceptibles de ser envasadas en conserva. Pero, por encima del conocimiento adquirido del "mundo de la conserva", me quedo con grandes valores que, por fortuna, algunos de ellos he sabido internalizar: tu primera regla de oro, ser empresa; la importancia de la cooperación intersectorial, gestionada siempre con una generosidad ejemplar; "rutinizar" la gestión; fidelidad al equipo; rigor en la información; mantenerse en la vanguardia industrial; en definitiva, todo aquello que configura el líder empresarial que has sido. Gracias, por el tiempo dedicado.
Pero sin duda la aportación más valiosa que me llevo de ti es tu compromiso con el trabajo. Más allá de que nunca necesitaste vacaciones, que siempre estuviste a disposición de la empresa. Cuando hace dos años tuvimos ocasión de vernos por culpa del incendio que sufrió la fábrica de Bueu, pude comprobar con gran admiración que seguirías cumpliendo en el trabajo hasta el último día, como así ha sido. Cuánto bien le hace a nuestra sociedad esa ejemplaridad.
Muchas gracias, Guillermo Alonso Jáudenes, descansa en paz.
Un beso muy fuerte, Nena, Guillermo, Almudena, Iván y Paloma.
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