tribuna del lector

Cursos de formación

Eduardo Zungri

Desde hace años, es "vox populi" que los cursos de formación son un pretexto para gestionar dinero fácil, cuya justificación es preparar a los asistentes para encontrar un trabajo.

En ningún caso las enseñanzas dadas por personas sin idoneidad certificable tienen relación con su posterior uso en una actividad remunerada y, al igual que sucedía con el INEM, no colocan gente ni se crean contratos. Por otra parte, este país cuenta con la Formación Profesional y la Universidad que son las áreas idóneas para capacitar.

Conocí de primera mano, hace un par de años, en un pueblo vecino con un importante parque empresarial, la realización por parte del Ayuntamiento de un curso de cocina que incluía clases en francés, con la justificación de conseguir para los participantes el empleo en centros de prestigio. Naturalmente que el proyecto no tenía sentido y, lo más grave, que no existía ningún seguimiento que demostrará si alguno de los asistentes efectivamente usaba los conocimientos en un empleo remunerado.

En otra ocasión soy testigo directo en un centro educativo de Vigo de que el director consiguió un dinero para estas actividades. La única preocupación del mismo era que tema desarrollar y cómo conseguir un número de asistentes para justificar el gasto del dinero.

El sentido común lleva a reconocer que esa forma de tirar el dinero, y en casos de malversarlo, no tiene ninguna lógica. Si la cifra de tres millones de pequeñas y medianas empresas es real, lo inteligente es ver cómo conseguir con facilidades que las mismas encuentren interesante crear empleo de acuerdo a sus necesidades.

Hay que recordar que, si bien la mayor capacitación es una ventaja, actualmente el problema es la falta de trabajo por bajo consumo, importación insuficiente, y un largo etcétera. Capacitar a un albañil para que sea arquitecto no modifica el paro existente en la construcción.

Los sufridos trabajadores, que vemos mermar nuestros ingresos, aumentar los impuestos, disminuir las prestaciones sociales y dilapidar el dinero recaudado por los gobiernos, somos merecedores de un manejo del mismo más racional.

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