Supongo que no es la primera vez que se escribe sobre el particular, pero no está de más que de vez en cuando se reconozca y publique lo que de justicia le corresponde a cada uno.

El pasado 25 de febrero nuestro padre falleció en el Nicolás Peña después de bastantes meses de enfermedad y tras entrar y salir en numerosas ocasiones del hospital, todo consecuencia de su avanzada edad.

En todo el tiempo que ha estado internado, los hijos hemos tratado de acompañarlo en todo momento, procurando que no se sintiera solo. No obstante, teníamos la tranquilidad de que si en algún momento no podíamos acompañarlo él no se sentiría solo; allí estaban las asistencias del hospital que en todo momento se preocupaban de que no le faltara nada, principalmente cariño, buen hacer y comprensión.

Desde aquí queremos agradecer a todo el personal del hospital Nicolás Peña, desde el personal de limpieza hasta los médicos que lo han atendido, pasando por auxiliares y enfermeras/os, todo lo que han hecho para que el final de nuestro padre haya sido tranquilo y nada traumático.

Nuestra enhorabuena por su abnegada aptitud, nuestro reconocimiento por su profesionalidad y sobre todo, por su humanidad, nuestra eterna gratitud.