Así va la sanidad
José M.ª Escudeiro Soto, vicepresidente de CESMGalicia en Pontevedra / Priegue-Nigrán
En declaraciones a la prensa el Sr. Lasquetty, consejero de Sanidad de Madrid, manifiesta: "El principal problema del Sistema Nacional de Salud (SNS) para su sostenibilidad es el marco normativo de los profesionales sanitarios, que se inventó para los funcionarios en el siglo XIX y se utiliza para gestionar hospitales del siglo XXI".
No sé si el Sr. Lasquetty, ahí tengo que reconocer mi ignorancia, estudió algo y dónde lo hizo. Lo que sí sé es que historia de España, a tenor de sus declaraciones, no estudió ninguna. Tampoco ha leído, evidentemente, a D. Benito Pérez Galdós, que lo habría ilustrado con la historia de Ramón Villaamil. Ni a D. Ramón de Mesonero Ramos, solo por ponerle un par de ejemplos. Y es precisamente en el siglo XX, concretamente en 1918, cuando se toman medidas para evitar lo que, en su ignorancia, propone el señor Lasquetty, que sería volver al siglo XIX.
Si lo hubiera hecho, sabría que uno de los problemas del siglo XIX en España fueron, precisamente, las denominadas "cesantías". Recogiendo las palabras de D. Ramón de Mesonero Ramos:
"El cesante. Uno de estos tipos peculiares de nuestra época, y tan frecuentes en ella como desconocidos fueron de nuestros padres es, sin duda alguna, el hombre público reducido a esta especie de muerte civil, conocida en el diccionario moderno bajo el nombre de cesantía, y ocasionada, no por la notoria incapacidad del sujeto, no por la necesidad de su reposo, no, en fin, por los delitos o faltas cometidos en el desempeño de su destino, sino por un capricho de la fortuna o más bien de los que mandan a la fortuna, por un vaivén político, por un fiat ministerial, por aquella ley, en fin, de la física que no permite a dos cuerpos ocupar simultáneamente el mismo espacio."
Pedirle que lea, también, a D. Antonio Maura y su discurso en la Academia de Jurisprudencia. Es mucho, ¿no?
¿Es esto lo que usted propone? Me temo que sí, que a lo peor no es usted un ignorante. A lo peor es que trata, precisamente, de volver a ese siglo XIX para que sea su dedo caprichoso y bobalicón (en plagio de D. José Mª García), el que haga y deshaga componendas.
Porque es, precisamente, la estabilidad del funcionario en su puesto de trabajo la que garantiza al ciudadano la prestación de servicios de una manera eficaz y justa, fuera de los vaivenes de la política, evitando situaciones clientelares.
¿Se imaginan los ciudadanos que los políticos encausados en toda España, a mayores, hubieran podido nombrar y cesar funcionarios? Desde luego no habría ni uno procesado. ¿Es eso lo que defiende usted Sr. Lasquetty?
Por eso, en 1918, se aprueba el estatuto que dice que el funcionario no pueda ser cesado. Es la garantía que le queda al ciudadano de la independencia de la función pública.
Lo dicho, Sr. Lasquetty, no tome a los ciudadanos por idiotas. No lo somos, aunque a veces, votando a políticos como usted, lo parezcamos. Aunque aquí también tengo que reconocer mi ignorancia nuevamente, no sé si a usted lo votó alguien.
Lo que sí sé es que el cargo que ocupa es digital, lo que le gusta a usted vamos.
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