Armas en manos de cazadores
Julio Ortega Fraile
Quien solicita una licencia de armas puede hacerlo por diversos motivos: en razón de su profesión: un policía; con la intención de protegerse en caso de asalto: un joyero; para matar: un cazador. A todos ellos se les concede pero, ¿el porqué de la petición no lleva implícita la idoneidad, o no, mental e incluso ética del aspirante a poseer una pistola o un rifle? Me explico.
Todos comprendemos que los miembros de las Fuerzas de Seguridad porten un arma, o ciertos comerciantes por su situación de especial riesgo, y casi nunca oímos que unos u otros las utilicen para cometer un crimen. Es importante recalcar que no me refiero a delincuentes habituales armados, sino a ciudadanos que un día deciden disparar contra seres humanos.
Pero ahora hagamos recuento de cuántos homicidios y asesinatos se perpetran con armas de caza, o lo que es lo mismo, cuyo autor es un cazador. El último, acaecido en Olot, probablemente ocupa por el número de víctimas, junto con el de los Hermanos Izquierdo en Puerto Hurraco, uno de los puestos de cabeza en una extensa y siniestra lista en nuestro país.
Sí, ya sé que han de superar un test psicotécnico, pero no parece que esa prueba sea determinante para detectar ciertas inclinaciones en el solicitante, de otro modo y volviendo al cazador de Olot, no se entiende que mantuviese vigente su permiso de armas cuando era conocido su carácter pendenciero y que numerosas noches salía a la calle vestido de sheriff.
De cualquier modo, lo irrefutable es que quien pide una licencia de armas para cazar la está demandando para matar a seres vivos, y esa pretensión tendría que constituir per se un impedimento para obtenerla, pues si apretar el gatillo contra un animal por el placer de hacerlo ya es algo perverso, hay que sumarle la certeza –ampliamente demostrada y documentada por psiquiatras e historiales delictivos– de que es común encontrar episodios de violencia con animales en los antecedentes de sujetos que después la han ejercido contra personas. Y quien es emocional y éticamente estable, con aptitudes para la tenencia de un arma, no desea hacerse con una para matar, y no lo hace porque no encuentra satisfacción en arrebatar una vida.
Más allá de las habituales piezas cinegéticas, en España se pudren innumerables cuerpos de perros, de caballos (véase lo que ocurre en Galicia) o de seres humanos gracias a que un día se cruzó en sus caminos un cazador. La nueva Ley, a la que los escopeteros oponen una resistencia enconada, acaso alivie la herida, pero no va a dejar de sangrar, no lo hará mientras mediante un trámite burocrático cualquiera pueda obtener una licencia tipo D o E para matar animales. Y sí, el ser humano también es un animal. Tal vez por eso algunos no distingan cuando disparan.
- «Vivo con la angustia de si va a conseguir salir para quitarse la vida»
- Qué es el mieloma múltiple, el cáncer incurable que sufría el presentador de TVG Xosé Manuel Piñeiro
- Marián Mouriño le promete un empujón a la audiencia de Broncano: «No puedo dedicarte goles, pero te voy a dar un patrocinio»
- El ciclón bomba Éowyn asusta en Irlanda, mientras Galicia incrementa las alertas
- Allariz despide a su ilustre vecino Superpiñeiro que deja un emotivo mensaje en su esquela
- Una deuda de 215.000 euros ahogó la segunda vida del clásico restaurante Follas Novas de Vigo
- Muere de repente un vecino de Bueu en la rampa del muelle
- Querido Piñeiro