Vaya trampa
María Isabel Pérez Pérez - Vigo
Todas y todos me decían que os denunciase, porque es denunciable, ¡ya lo creo! Pero no lo hice y no lo voy a hacer.
No es que el Concello me tenga manía, naturalmente, aunque a veces pueda parecerlo. Os lo voy a explicar para que podáis comprenderme.
Como vivo en López Mora y la calle, como otras muchas de Vigo, está cerrada al tráfico, tenemos que bajar a Torrecedeira a coger el bus. La parada está delante de la Escuela de Comercio, enfrente de Peritos, hoy Ingenieros Técnicos.
El pasado 22 de noviembre, como un día más, mi hija Andrea y yo bajamos a dicha parada para irnos a trabajar. Claro que yo no sabía que el Concello de Vigo me tenía preparada una trampa y ¡vaya trampa!
Cuando vimos el bus, Andrea se adelantó y al ver que yo no subía, me buscó con la mirada y me encontró dentro de una alcantarilla.
Les sigo explicando. Al pisar la tapa de la alcantarilla, como no estaba sujeta, la tapa se levantó, me golpeó el tobillo y yo me colé dentro con una sola pierna hasta más arriba de la rodilla. El dolor, señor alcalde, fue tremendo y el susto también.
Entre Andrea y dos chicas que estaban allí me ayudaron a salir de la trampa y aunque usted no se lo crea, cosa que me da igual, lo primero que les dije a las personas que me ayudaron fue que retiraran la tapa para que no volviera a sucederle a otra persona.
Como pude subí al bus que amablemente me estaba esperando y, cuando comprobé que me no había roto nada, di gracias a Dios y me quedé encantada.
Nos fuimos a una farmacia y allí me dieron una pomada para los hematomas, que hoy son tremendos negrones y otra para el dolor que todavía tengo.
Al llegar a mi trabajo, les llamé, no para denunciar, sino para avisar que fueran a sujetar la tapa, que dice que es del Concello de Vigo. No sé con qué oficina hablé pero cuando estaba contando lo ocurrido me pasaron a otro departamento y después a otro. Y señor alcalde, como no son Santa Teresa de Calcuta, les dije: "Señores, hasta aquí llego, no me sigan pasando, porque yo trabajo".
Claro que las obras son necesarias, las tenemos en todas partes, pero aquí, donde estaba la trampa, no hay obras.
Pero, ¿le importa a alguien lo que me sucedió? Pero, como no les voy a denunciar, me queda el pataleo y la protesta y avisar a la gente que vea siempre para el suelo y, que aun así, no se fíe, porque mi trampa tenía tapa.
Protesto por el mal llamado progreso, por la pérdida de nuestro maravilloso paisaje, por cementar nuestra ría, por malograr nuestra propia identidad y, por supuesto, mi tremenda caída.
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