Mientras en la mayoría de los lugares del mundo invierten ingentes cantidades en facilitar la visita del turista; mientras invitan, promocionan, incentivan; mientras acogen a todo aquel que trae sus euros a los restaurantes, centros comerciales, museos, teatros, pequeños comercios y contribuyen así al crecimiento de la ciudad o del país... Mientras eso pasa, algún tipo de mente despejada en Portugal decide que va aponer trabas casi insalvables con la peregrina razón, imagino, de que le gastan la autovía, al hábito de miles de gallegos de pasar al país vecino.

No me cuesta imaginar al director de Ikea Oporto jurando en sueco; o al del aeropuerto Sá Carneiro echando humo mientras ve como retrocede todo el terreno ganado a los aeropuertos gallegos en los últimos años; o al director de Norteshopping comiéndose todo lo que los miles de gallegos no se van a comer este fin de semana en sus restuarantes tras no haber visitado las tiendas de su centro.

Alguien se ha equivocado gravemente y el resultado será que le van a dar una patada, pero en el culo de otro; en el de los propietarios de todos esos negocios que van a ver sus rentas reducidas de hoy para mañana, en el de los desconcertados restauradores de Oporto, Viana, Povoa..., viendo cómo la caja merma porque el turista no llega.

Hace falta ser borrico para romper, en dos minutos, un hábito que se construye despacio, durante años, y que tardará más aún en recuperarse; hace falta ser borrico para ir en contra de todos los planes de promoción comercial, de promoción turística y tirar, en un minuto, todo el dinero invertido en esos planes. Hace falta ser borrico... Que tengan suerte, la van a necesitar