Una cosa es saber y otra es saber enseñar. Un eterno problema cuando fracasan tantos alumnos y que obliga a preguntar por el empleo dado a los fondos recibidos para la educación, y si el sistema educativo no tendría que rendir cuentas de su acción en términos precisos y objetivos, porque se está gastando lo que es de todos y el objetivo ha de ser lograr una utilización óptima de los fondos, o como máximo, evitar el despilfarro o el fraude; aunque lo más preocupante son los alumnos y en qué grado están recibiendo una educación conforme a lo prometido por la Ley de Educación y el ideario de los centros, ya que cuando el alumno fracasa, él es el único perjudicado junto con sus padres; pero no los profesores ni el colegio, ya que no se les exige responsabilidades por los resultados de su actuación; aunque sea difícil reclamar el deber de eficacia, el buen profesor y el buen colegio deberían asumir libremente la responsabilidad de las consecuencias de sus actos en relación con sus alumnos, buscando modos de orientarlos adecuadamente.

Hace unos años, en los Estados Unidos se acuñó el término "accountability", como resultado de la reflexión siguiente: "Si un avión de cada cuatro se estrellara, nadie volaría, y si un coche de cada cuatro perdiera el control, las fábricas de coches tendrían que cerrar, sin embargo en las escuelas que elaboran un producto más importante que los coches o los aviones, se fracasa sin que nadie rinda cuentas".

Ahora que empieza el curso es hora de hacerse algunas reflexiones en donde convenga, ya que el producto más importante del país estará en las aulas.