Ya volvió, como en los últimos 33 años, el cambio de hora y, como siempre, se lanza la idea de un ahorro que curiosamente está fijado en 60 millones de euros ahora, 10.000 millones de pesetas antes, sin variarlo en el tiempo. Evidentemente me quedo en esa cantidad sin considerar el valor que en cada momento tiene el dinero. Resulta que, si somos 45 millones de españoles, la incomodidad que produce y la irracionalidad de esta medida nos supone un ahorro de 1,33 euros a cada español, cantidad desorbitada que permitirá que todos podamos irnos de viaje de vacaciones en este verano.

Lo más grave es el olvido de lo que significan la latitud y la longitud geográficas y las implicaciones que tienen en las horas de sol. Y aquí surge una nueva idea ¿se han parado a pensar que la hora en que vivimos es la de Berlín y no la de Londres? ¿Y se acuerdan de quién tomó la decisión? Ahora que en los pueblos y ciudades de España se retiran los símbolos franquistas queda uno que nadie mueve: la hora oficial... La de Berlín. ¿Se acuerdan de aquel "amigo" de los que se alzaron contra el legítimo gobierno de la II República? En honor a él tenemos esta hora y no la de Londres. La que corresponde por el meridiano.

No vale hablar de la hora de la Unión Europea, porque dentro de ella hay países que, curiosamente estando en nuestro mismo huso horario, tiene una hora diferente a la de Europa central, los recuerdo: el Reino Unido, Irlanda y Portugal.

Va siendo hora de que se imponga un poco de "sentidiño" y se evite la irracionalidad de que a las 11 de la noche de un día de junio veamos los últimos rayos de sol apagándose en el Atlántico, o que un día de agosto a las 8 de la mañana sea de noche y justificarse con un supuesto ahorro que, por lo comentado anteriormente, no significa nada.

Paulino Ferreiro Martínez - Vigo