A Rosa, la cajera del Carrefour, le han dado dos horas para asuntos personales. Todo un éxito. Hoy toca charla con la tutora de la nena, que parece que anda un tanto rebelde. A Rosa le traiciona el ruinoso estado de su viejo AX. Son quince años de AX. Pero es que la nómina no da para más. Tras tres embotellamientos, llega una prueba de alcoholemia que no venía a cuento porque Rosa es de las que conoce el vino sólo con gaseosa. Por fin, el viejo AX consigue llegar al cole. Lugar por cierto, no apto para el aparcamiento fácil. La puerta del AX hace tiempo que no cierra y, a veces, tampoco abre. Con el retraso pertinente, Rosa encuentra a la tutora que divaga por el pinar del patio. Es la profe mujer de pocas amigas, tinte un tanto desafortunado, gafas de pasta muy dura y minifaldas que no pegan con el personaje a tratar. Pero bueno, es la tutora.

De sus generosos y abundantes labios operados sale una palabra tras otra. Según la profe, la hija de Rosa nunca será nadie en la vida. La nena jamás tendrá casa propia. Y lo que es más preocupante, la nena nunca tendrá un Mercedes. Ésta es la predicción bien documentada de una experta en enseñanza media. Que dicho sea de paso, parece que quiera dedicarse en cuerpo y alma a echar las cartas.

La tutora acierta una cosa. La hija de Rosa lo va a tener difícil para adquirir una vivienda propia. Lo tendrá difícil ella y el resto de la clase. Ya pueden empezar a hipotecar la play station e ir viendo minipisos en los Ancares. Lo que dejó a Rosa más perpleja y desilusionada es saber de antemano que la nena jamás tendrá un Mercedes. Porque claro, aquí la cosa ya se complica. Sin Mercedes, la hija de Rosa evidentemente no llegará a ningún sitio. La nena podrá conducir un tractor o una furgoneta de reparto pero jamás un Mercedes. Esto sí que es un fracaso escolar. Se diría que nuestra amiga tutora sueña despierta con Mercedes blancos, chalets en primera línea de playa y alfombras rojas que conducen al casino de Monte Carlo donde mil y un príncipes azules la esperan impacientes.

Pero hete aquí que Rosa tiene un amiguete taxista. Y el taxista conduce un Mercedes. Rosa decide que el taxista vaya a buscar a la nena al cole. Y cinco minutos antes del final de la clase la nena dirá: "Profe, ¿puedo salir? Mi Mercedes me está esperando en la puerta".

Emmanuel Rueda Girondo - Baiona