Como si de un documental sobre los atentados en el World Trade Center se tratara, viví un capítulo de la forma más inhóspita que podría haber imaginado, y es que nunca pensé que el aeropuerto de mi ciudad se podría convertir en noticia para mí.

Siempre digo que mi vida gira en torno a una maleta y un avión pero nunca creí ser la protagonista de un telefilm de Antena 3 a las cuatro de la tarde.

El despiste y llegar a los aeropuertos en los últimos momentos es algo que me acompaña.

Corriendo, metemos la maleta en el coche, Avenida de Madrid, Puxeiros y llegamos a Peinador, ¡por fin! Son las siete y diez pasadas, y mi vuelo a Madrid sale a y media, como siempre llego justa.

En la ida había volado con Aireuropa y pienso que vuelo con el mismo, me dirijo al mostrador de la compañía y ofrezco mi DNI para el vuelo de ese mismo momento. La azafata me expide una tarjeta de embarque.

A los diez minutos, anuncian la salida de mi vuelo, una despedida más, y paso el primer control.

Una vez en la puerta de embarque, me cortan el billete, y... "señorita espere un momento"....oscilación de un segundo, y todo correcto, puedo continuar.

Atravieso el finger, entro en el avión y me dirijo al asiento 20 A, es ahí cuando me doy cuenta que mi billete está a nombre de Blanco (con otro nombre de chico), pero bueno, no le doy importancia. Me han cambiado tantas veces el nombre... que...una más, da igual.

Llego a mi asiento y un chico está sentado en él, me enseña el mismo billete que el mío.

Se lo comentamos a la azafata, y se muestra tranquila, que no me preocupe puedo sentarme detrás hasta que todo el mundo esté acomodado. La azafata lo comunica al sobrecargo y éste extrañado avisa a tierra.

Una señorita dando grandes zancadas y muy aireada, y se dirige a mí gritándome que tengo que abandonar el avión, veo mi billete electrónico y sí, tenía que volar a la misma hora pero con Spanair.

Para mi sorpresa, cuando hablo con mi compañía el avión ya estaba camino de la capital, hasta el día siguiente no tengo solución.

Las azafatas de Spanair están boquiabiertas con lo que ha pasado, el trato que me han dado y el error garrafal es asombroso para muchos de los que allí se encontraban. En ningún momento intentaron amainar el problema causado, llevándome en ese avión. Pido la hoja de reclamaciones y la encargada de Iberia, que es quien hace el control de subida de pasajeros a Spanair, está algo alterada, me da la hoja a regañadientes. Noto a todo el mundo como muy nervioso, quizás se han dado cuenta del fallo y no quieren reconocerlo.

Finalmente Spanair se hace cargo de mí y me concede un vuelo para primera hora de la mañana del día siguiente.

Si el famoso "diario D" me hubiera contratado para comprobar la eficacia de los aeropuertos españoles no hubiera salido mejor. El hecho de que se suba alguien sin ningún tipo de billete a un avión, y entregando un DNI es bastante claro para que desconfiemos totalmente de la seguridad. Mucha bolsita para la crema hidratante pero al final yo me introduzco en un avión que ni es el mío, ni tengo billete con esa compañía.

Puede que esto sólo sea una deferencia personal, y no me haya dado cuenta hasta ahora que entregando mi DNI en un mostrador, puedo volar a donde sueñe.

Ana Blanco Rodríguez o Madrid