Batiscaferos de Kamchatka

Podrías ser una rutilante estrella de Hollywood o domador de balones de cuero en la Premier League inglesa. Pero en cambio aquí estás, viendo medusas, mantas acuáticas y rorcuales migratorias a muchos pies bajo la superficie del Pacífico. Vuestro viejo batiscafo es mayor que cualquiera de los osados miembros de la tripulación. Tú ya sabías que la vida de batiscafero en Kamchatka no es precisamente un camino de rosas de océano pacífico. El trabajo de un batiscafero no es hacer café a bordo del batiscafo precisamente.

Podrías ser piloto de la fórmula uno en Indianápolis o propietario de los derechos intelectuales de microsoft en la Siliconvalley californiana. Sin embargo, continúas en tu caverna a cientos de metros bajo tierra rodeado de gases enrarecidos y galerías mal apuntaladas. Eres uno de los cinco mil mineros chinos que nunca más salen de la mina vivos en esta república popular. Si fueses creyente rezarías para que tu galería no se inunde hoy. No es una galería de arte sino de sudor y trabajo en la sombra gaseosa.

Sin duda podrías se top model en la pasarela de París o personaje de la prensa rosa que vende las arrugas de su cama en pautadas entregas de paparachi estresado. Sin embargo prosigues con tu anónima labor noche tras noche en un sinuoso burdel de Bangkok. Los turistas occidentales tan interesados por las ruinas de Angkor y los tallarines especiados abarrotan tu puerta. Tarjeta de crédito en mano buscan en oriente lo que no encuentran en occidente. Nadie dijo que ser prostituta en Tailandia fuese coser y cantar.

Bien podrías formar parte del equipo senegalés de natación sincronizada en las olimpiadas de Pekín o vender miles de cedés no pirateados con tu chorro de voz. Pero la corriente te ha llevado a este punta del estrecho de Gibraltar. La patera se hundió debido al oleaje provocado por los cíclopes cruceros de superlujo. Se te da bien lo de nadar pero no se sabe si el bebé que llevas en tu vientre soportará la furia de todo un océano entrando en el Mediterráneo.

Emmanuel Rueda Girondo - Baiona