Liderazgo y censura, por este orden

El persistente error de algunos miembros del PSdeG-PSOE local contrasta claramente con la realidad que ha venido impuesta, pues cuando alguien simplemente no tiene claro qué es lo que quiere suele cometer el mismo error de manera reiterada.

Hace tres años, en una decisión sin precedentes en la historia del partido, se optó por la suspensión de la comisión ejecutiva, en procedimiento, a la luz del reglamento del propio partido, cuando menos ilegal. Se conculcaron los más elementales derechos de defensa de toda una comisión ejecutiva, mientras el candidato se negaba a acudir a las reiteradas invitaciones que la comisión ejecutiva le hacía para pisar la sede y participar, como candidato que era, en las deliberaciones de la comisión ejecutiva.

Se acusaba a la ejecutiva de entonces de falta de colaboración con el candidato, y ello nos valió la suspensión, eso sí... sin disolver la Agrupación, como sería preceptivo, y poniendo al frente de una comisión gestora a personas que han sido incapaces de, junto con su candidato, sostener un gobierno mínimamente digno en la ciudad. Las desavenencias pronto surgieron, no sólo con el BNG, sino internamente en el grupo municipal y gestora, de la que el presidente dimitió. Del candidato, ya sabemos que volvió a sus orígenes de letrado.

El resultado electoral esperado en las municipales no era el previsto en la basta operación que empezó a fraguarse para minar la Agrupación de Vigo, la mayor de toda Galicia, que había propuesto en un congreso en la ciudad de Ourense a Pérez Touriño como secretario general; operación que comenzó con las continuas deslealtades de tres miembros del anterior gobierno progresista, encaminadas a ganarse lealtades propias.

El mapa del PSdeG es muy complicado, y hacer números sin Vigo es una tarea casi imposible. Es una cuestión clave para el Gobierno de Galicia si se quiere tener un acuerdo con la sacrosanta ciudad de la torre, acuerdo que se hace indispensable, ya que Paco Vázquez ha conseguido articular un efectivo lobby de poder institucional, financiero y mediático, que sobredimensiona las capacidades o potenciales de A Coruña con respecto a Vigo, y eso se refleja en el AVE, los vuelos de Iberia, compromisos presupuestarios, y es lo que algunos miembros del PSOE de Vigo todavía no tienen claro.

El único intento serio de remediar esta situación es poniendo no sólo buena voluntad, sino herramientas efectivas ante las distintas instituciones (Xunta, Gobierno central y Unión Europea). Lo desarrolló Carlos Príncipe, con el Eje Atlántico, la propuesta de Área Metropolitana convertida en simple Mancomunidad por la Xunta, incluso el congreso donde Paco Vázquez ganó por muy poco margen. Era un juego de equilibrios trascendental para Vigo.

Decía que el resultado no era el esperado en las municipales, ya que las encuestas que el propio gurú de organización, Blanquito, manejaba daban una intención de voto muy superior a los que finalmente fueron obtenidos, y con un cambio de ciclo político en España, la desgracia del Prestige y la guerra de Irak acelerándolo, el resultado final fue más bien pobre.

Ahora creo que ha llegado el momento de poder evaluar la gestión de estos compañeros, a los que se les dio orgánicamente el poder, tuvieron un gobierno municipal bajo sus manos, y simplemente nos han dejado la herencia de un gobierno en la ciudad del PP en minoría. Y alguno aún se pregunta por qué no se les deja llevar adelante una moción de censura.

Pero vamos a las claves de la moción de censura, para poder entender todo este batiburrillo. Según el reglamento del PSOE, si una ciudad tiene alcalde socialista, no hay primarias, y esto sumado al instinto de supervivencia política, hace que algunos, además de haber dimitido de una gestora que dio luz verde a un candidato que no les gustaba, de ser corresponsables de las tensiones en la situación de desgobierno que vivió la ciudad, con el PSOE votando una cosa, y el Bloque la contraria, se les ocurra ahora reclamar la responsabilidad política para poder gobernar la ciudad. Aún no se han dado cuenta de que ese barco en el que se impusieron como oficiales fue directo a la deriva, ya que desgarraron sus velas y rompieron el timón de mando en el amotinamiento, sentando un precedente peligroso que se ha vuelto contra ellos, ya que las bases del partido han hablado y lo seguirían haciendo.

Y los que ni siquiera han sido capaces de convencer a los propios compañeros sobre la gestión por ellos realizada en el partido, el fracasado gobierno progresista, y el fracasado experimento con un independiente... ahora reclaman responsabilidad o imponen vetos, para tratar de recomponer unas reglas de juego que ellos mismos destrozaron.

El poder institucional, desde una perspectiva de izquierdas, tiene el principal valor de la transformación, no únicamente la administración. Y muchos seguimos sin saber qué es lo que quieren transformar los que ya han tenido gestora y gobierno de la ciudad.

Hablo desde la libertad personal y política de alguien que ha crecido desde su más tierna infancia en el partido, y con la legitimidad que algunos nos hemos ganado a pulso de, en momentos de crisis como los vividos en la suspensión de la ejecutiva, saber mantener la boca cerrada. Porque algunos sí tenemos claro que aunque el problema esencial de un partido son siempre los nombres, también comprendemos que la sociedad y el partido son sabios, y saben reconducir situaciones anómalas.

Ricardo Aldao Matilla - Ramstein

(Alemania)

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