Hace unos días era detenido un pirómano en Celanova (Ourense), capataz de un retén de incendios hasta hace muy poco tiempo, como presunto autor de 15 incendios forestales.
El pasado fin de semana se produjo toda una cadena de incendios en la zona de Ponteareas y Pazos de Borbén, arrasando unas 2.000 hectáreas; uno de los voluntarios que ha colaborado en las tareas de extinción me decía que se había encontrado una lata de gasolina adosada a un dispositivo tipo teléfono móvil, que permite provocar un incendio a la hora que el pirómano desee.
Es prácticamente un hecho que todos estos fuegos han sido intencionados y no es ninguna barbaridad sospechar que un solo pirómano pueda haber diseminado en una sola noche una decena de este tipo de latas por los montes de la zona, haciéndolas estallar al día siguiente a las horas elegidas por él.
Independientemente de que sea detenido el autor o autores de los incendios de estos días, creo que vale la pena mirar más alto. Nos encontramos ante un problema endémico, que verano tras verano ocasiona cuantiosas pérdidas materiales e incluso en ocasiones se cobra vidas humanas.
Es cierto que en estos años en nuestra comunidad autónoma se ha avanzado mucho en terrenos como la reforestación, limpieza de montes, cortafuegos, detección precoz y medios de extinción. Pero falla la prevención. Podríamos hacer un símil con otro problema endémico de envergadura que afecta al área de la salud: la gripe. ¿Qué sucedería si no se vacunase a la población en riesgo o se repartieran vacunas en número insuficiente?
Pienso que en el tema de los incendios forestales pasa lo mismo. Año tras año vemos como se produce un elevadísimo número de siniestros (la gran mayoría intencionados) lo cual evidencia que el "virus" (el pirómano) campa a sus anchas. El Seprona debería disponer de más medios (humanos y técnicos) para vigilar nuestros montes y detener a los autores de estos delitos. Tendríamos una auténtica vacuna y, en consecuencia, un problema prácticamente resuelto.
Javier Andrés Castro Dono - Vigo
