Me siento embrujado de las tierras gallegas, de sus gentes, del aroma que desprenden las rías, de las magnolias y hortensias que inundan con su belleza el verde del campo cada primavera.

Y me siento tan sensibilizado, en estos momentos, ante tal aluvión de incendios en esos montes tan queridos por los gallegos, que no tengo más remedio que dejar constancia con este pequeño extracto del sentir y pensar de los árboles, pues aunque no lo creamos, sienten y lloran.

"Nunca pensé que me pudiera ocurrir a mí, ni nunca creí tener tal cruel destino al final de mis días, en esta tierra gallega que me ha visto nacer. Manos encallecidas de gallegos, con nombre propio, me plantaron e hicieron vibrar mi savia sedienta de humedad, buscando tocar la luna en las noches estrelladas de Vigo.

Viví entre hórreos y hechizos, entre aromas y encantos, acunados por oleajes y tempestades en los largos días de mi existencia.

Galicia arde, el Morrazo llora.

Mi vida acaba donde empieza la ilusión de una nueva generación".

Roberto Pac Sa - Huesca