La reciente manifestación contra la pobreza en el mundo suena bastante falsa, aunque decir esto suene a insulto o profanación, ya que revela la imposibilidad de ponerse de acuerdo en la estrategia a seguir. Claro que hay ricos y pobres, explotadores y explotados, opresores y oprimidos, eso es una constante en la historia humana. Pero reducir el conflicto entre ricos y pobres es muy satisfactorio por su sencillez; pero no suministra una explicación ni una táctica rigurosa. Aunque muchos se sirvan de la pobreza para explicar la economía, la contaminación, el racismo o la política bombardeando a la población con mensajes musicales y cenas a todo trapo, se combina todo perfectamente aunque se sospeche que es algo fabricado para explicarlo-liarlo todo.

La posibilidad material colectiva nos dice que todos tenemos derecho a la felicidad y al bienestar material, incluso sin necesidad de ningún sacrificio, sin ninguna decisión ni ninguna responsabilidad, por el crecimiento de la riqueza y el desarrollo de la ciencia.

Pero si bien los medios actuales han aumentado, hay que provocar la acción, que es algo más que un batir de palmas y corear un estribillo o unos bailes, ya que el progreso de las técnicas y del conjunto de medios materiales no siempre va unido al progreso del hombre en virtud. Así vemos las fotos de festivales para denunciar la pobreza.

Son los mismos que aparecen en el escaparate de todas las revistas, idénticas en todas partes, fotografiadas de la misma manera, utilizadas para las mismas o parecidas causas, y respondiendo siempre que quieren concienciar a la sociedad, ¿cómo? porque a lo que se ve y se comprueba quienes de verdad están allí dando el callo son Vicente Ferrer y los suyos, las misioneras de la Madre Teresa y todos los que calladamente y sin salir en la foto van poniendo parches, abriendo pozos, escuelas, enseñando, curando y ayudando. Aunque lo hagan sin música ni conciertos y, por supuesto, sin pancartas.

Socorro González Álvarez - Ourense