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Opinión | Editorial

«Villa de Pitanxo»: llega por fin la hora de la verdad

Tripulación del «Pitanxo» en cubierta en una marea anterior al naufragio. |  Cedida

Tripulación del «Pitanxo» en cubierta en una marea anterior al naufragio. | Cedida / LP / DLP

El periodismo realiza un servicio público de información a la ciudadanía, como derecho universal, además de ejercer de agente fiscalizador respecto a los poderes públicos. Esto es lo que dice la teoría, pero es también lo que ha de demostrarse en la práctica. De ahí la importancia de contar con medios independientes, capaces de enfrentar el ruido que ha tratado —y a veces logrado— de denostar este oficio.

FARO DE VIGO ha acompañado, desde el mismo 15 de febrero de 2022, fecha del naufragio, todo el proceso vinculado a la instrucción del caso «Villa de Pitanxo», a la investigación de los técnicos, a las reivindicaciones de nuestros marineros y al terrible duelo de los familiares de los fallecidos. Y lo ha hecho desde el respeto y el rigor, sin apriorismos, preguntando y escuchando a todos los que han querido hablar, reivindicando la necesidad de un procedimiento ajeno a las presiones externas y con plenas garantías de cara al esclarecimiento de los hechos y la obtención de un dictamen justo. Pero también ha reclamado celeridad, exigiendo un refuerzo en los medios —la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim) es el organismo peor dotado de sus homólogos en Europa—, demanda que no se ha atendido.

El esfuerzo ha ido mucho más allá, siempre con la misma premisa de arrojar luz y contribuir a dar la mejor información a la opinión pública. Nuestro propósito ha sido ofrecer datos, transmitir hechos, ofrecer análisis y facilitar el contexto. Por esto, y en paralelo al propio devenir de la causa judicial, este periódico ha realizado una compleja investigación cuyas conclusiones han resultado avaladas por el informe definitivo de la Ciaim. Un documento que no solo expone las que, a juicio de sus técnicos, fueron las causas que desembocaron en la escora fatal del Pitanxo y su posterior hundimiento, sino que también pone de manifiesto las gravísimas negligencias que se cometen en nuestro país, desde las administraciones públicas, a la hora de salvaguardar la seguridad de nuestras tripulaciones.

Existe un elemento crucial en el estudio definitivo de la Ciaim que ha incardinado el grueso de nuestra investigación: el Villa de Pitanxo no tendría que haber estado aquella madrugada en la zona donde se hundió. Fue en octubre de 2022, ocho meses después del hundimiento, cuando FARO difundió que el pesquero tenía prohibido operar en zonas de formación de hielos, un veto expedido por la autoridad marítima (Capitanía Marítima de Vigo, en este caso) tras un examen de estabilidad. Aportó entonces no solo un extracto de aquel test, sino dos imágenes del Pitanxo cubierto de hielo.

El informe que acabamos de conocer de la Ciaim, y que para el juez instructor de la causa, Ismael Moreno, era «esencial» para emitir auto de apertura de juicio oral, considera clave este hecho. «El buque faenó casi íntegramente dentro de esa zona de formación de hielo especialmente intensa» en su última marea, dice, lo cual constituía un factor de riesgo para su estructura y sus tripulantes. Pero es que desde FARO hemos demostrado que, el mismo día en que la autoridad marítima le comunicó a la armadora que no podía faenar en Terranova, en marzo de 2018, el Pitanxo partió para Terranova. Con el visto bueno de los mismos estamentos y con licencia de la Secretaría General de Pesca. Y lo haría otras 18 veces más, hasta la última y definitiva del año 2022. La Ciaim ha reclamado —es una entidad que plantea recomendaciones, no tiene capacidad ejecutiva— extremar la vigilancia sobre esto: que ningún barco pueda operar donde no le corresponde, máxime si, como aquí, la prohibición había emanado de un ejercicio de estabilidad. A este arrastrero, vigilado las 24 horas del día por la caja azul —o VMS, que es un dispositivo de control que se supervisa desde Madrid—, nadie le apercibió nunca.

También llamó la atención FARO sobre el hecho de que el Villa de Pitanxo no hubiese guardado cuarentena tras haber evacuado a un tripulante positivo por covid justo antes de partir. Que es otra clave del informe final, por cuanto estima que el pesquero de Grupo Nores no tenía, en el momento del naufragio, la dotación mínima de seguridad para poder trabajar porque la mayoría de los tripulantes estaban enfermos. O que el solo parón súbito de un motor principal —esta es la versión ofrecida por el capitán, Juan Padín— no habría precipitado, en ningún caso, un hundimiento. FARO analizó decenas de expedientes de informes realizados por organismos homólogos a la Ciaim en todo el mundo y nunca se achacó un siniestro así al fallo de un motor. Que no eran 22 las personas que salieron de un muelle de Vigo rumbo al caladero el 26 de enero de 2022, como constaba en el despacho, porque era la capacidad máxima del buque, sino que fueron 25, dos de las cuales dormían en la enfermería y un último sería transbordado en alta mar a otro pesquero.

Ha sido, en toda su extensión, un trabajo arduo pero necesario. Una labor que ensalza el periodismo útil y realizada en no pocas ocasiones a contracorriente. Es, en fin, el empeño que le corresponde a un medio capaz de realizar el mejor periodismo desde su orgullosa posición local.

Tres años y medio después del accidente, en el que fallecieron 21 de los 24 tripulantes —la pesca no vivía una tragedia de estas dimensiones desde la del Marbel, en enero del año 1978—, tenemos ya un completísimo informe técnico, ansiado por las familias y por el juez instructor. Llega con mucha demora, sin duda, pero quedémonos con lo positivo, porque indiscutiblemente es un trabajo minucioso, que incluye el análisis de pruebas inéditas —la grabación del pecio o la recreación del siniestro en una piscina del Centro de Experiencias Hidrodinámicas de El Pardo (Cehipar)—y que ha recibido múltiples alegaciones por todas las partes. Pero también es un documento que ofrece claves, respuestas, datos, evidencias, y durísimas reprimendas. La Ciaim ha cumplido aquí, en este sentido, su misión principal: emitir consejos para que tragedias como las del «Pitanxo» no se repitan.

Por fin ha llegado la hora de la justicia y de la verdad. Ha llegado la hora de que hablen los tribunales.

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