Opinión | Crónicas galantes
Halloween se comió a los Difuntos
Están al llegar los días de Todos los Santos y de Difuntos, que en realidad hemos resumido aquí en la mucho más popular fiesta de Halloween. Esta última es una versión americana que, aunque parezca de toda la vida, fue importada a España hace pocos años. Con tan grande éxito de público que ahora eclipsa ya a las otras dos.
La cosa va de muertos en todos los casos, si bien Halloween introdujo algunas variaciones en la celebración. Los zombis han sustituido a las viejas ánimas en pena que, en Galicia, por ejemplo, tienen la excéntrica costumbre de salir a pasear en Santa Compaña por las noches. Los gallegos, que siempre fueron muy mirados con los difuntos, les dejaban algunas monedas en los petos o huchas de ánimas para que no les faltase efectivo si decidían parar a echar un trago en alguna taberna.
Los zombis son más de discoteca y ya llevan el dinero de casa; pero en el fondo, la idea es la misma. Lo que pasa es que la gente se ha hecho descreída con el paso de los años y ya no se toma en serio, como debería, ni a las ánimas ni a los muertos vivientes o andantes.
En la vieja Galicia, que era más inclusiva, convivían armónicamente la parroquia de los vivos y la parroquia de los muertos, según han constatado los antropólogos que investigan estos fúnebres asuntos. Entonces se honraba a los difuntos, aunque no tanto a las ánimas errantes de la Compaña. Mucha gente creía en ellas por si acaso, no fuera a ser que se enfadasen; pero tampoco es que les tuvieran demasiada fe.
No es una costumbre exclusiva de Galicia, claro está. España, en general, gasta fama de tratar mucho mejor a los muertos que a los vivos, hasta el punto de que morirse constituye aquí la única garantía de que hablen bien de uno.
Con la irrupción de Halloween, las severas tradiciones que honraban a los muertos han devenido más bien en una especie de fiesta infantil de disfraces. Los chavales se lo pasan pipa con sus trucos o tratos de teleserie americana; y en modo alguno podrían vincular lo que hacen con asuntos de cementerio. Se divierten en un carnaval casi tan entretenido como el de febrero, que es de lo que se trata.
A pesar de esa mejora de humor que ha traído el Halloween, los más castizos de por aquí rezongan que esa falsa tradición americana ha venido a sustituir a los Difuntos y Santos de toda la vida; y hasta al impreciso Samaín (que en realidad es su origen). Tampoco hay que porqué ser tan tiquismiquis. Una cosa es que España sea uno de los países más antiyanquis del mundo: y otra muy distinta que no tengamos inconveniente en mimetizarnos con las tradiciones del enemigo, para así despistarlo mejor.
El caso es que los zombis de Halloween se han comido a las ya arcaicas ánimas que celebraban su día en las primeras fechas de noviembre.
La gente (mayor) sigue yendo a los cementerios, desde luego; pero es cuestión de no mucho tiempo que también esa costumbre desaparezca. A los muertos no habrá de importarles gran cosa.
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