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Opinión | Nuestro mundo es el mundo

Joan Tapia

Pequeño, pero matón

En 2020, el Sabadell no vivió su mejor momento, pero rechazó una aproximación del BBVA por diferencias sobre el precio. ¿Podría el Sabadell sobrevivir solo? En 2024 ya estaba muy recuperado, pero el BBVA presentó una opa hostil que ha durado 17 largos meses y que al final ha fracasado. ¿Por qué?

Las razones del BBVA eran sólidas. Es un banco mucho mayor y más internacional. La concentración bancaria es inevitable porque con más dimensión se reducen los costes tecnológicos, que son muy altos. El BCE alienta las fusiones y, aunque preferiría las europeas, también apoya las nacionales. Y el BBVA quiere crecer más en España porque ya es muy activo en México y Turquía. ¿Por qué no dar un salto hacia una mayor racionalidad absorbiendo un banco español menor, pero con prestigio y buena gestión?

Desde el punto de vista del BBVA —y de la racionalidad financiera— la operación era impecable. Pero hay vida más allá de las matemáticas. Y la opa ha fracasado porque solo la ha aceptado el 25% del capital del Sabadell cuando necesitaba el 50% o, como mínimo, el 30% para poder lanzar una segunda opa, por lo que apostaban la mayoría de analistas. ¿Qué ha pasado?

En todas las fusiones bancarias —incluida la de CaixaBank con Bankia— el banco absorbido tenía serios problemas para seguir. No era el caso del Sabadell. Por eso una opa hostil sobre un banco sano podía tener problemas, aunque financieramente fuera racional. La vida es lucha a muerte y una opa hostil quiere decir que vas a asesinar a la plana mayor del opado. Y lógicamente se va a resistir. El Sabadell lo ha podido hacer por varias razones. Una gran parte de sus accionistas son clientes satisfechos de un banco con prestigio y tradición, aún más en Cataluña, el centro de su actividad. En los años setenta había 16 bancos catalanes y 13 cajas. Solo han sobrevivido CaixaBank y el Sabadell. Por eso, las organizaciones empresariales —no solo Foment y Pimec— han ido contra la desaparición de otro banco catalán: «Menos bancos, menos opciones para los empresarios».

Y Cataluña es una nacionalidad y los tres primeros partidos catalanes (PSC, Junts y ERC) más los Comuns, tienen una muy amplia mayoría absoluta y se manifestaron en contra. ¿Era de alguna forma una «fusión transnacional»? La política también cuenta y Sánchez depende de los partidos catalanes. Era casi inevitable que pusiera condiciones añadidas al visto bueno de los reguladores. De ahí la prohibición, no de la opa, pero sí de la fusión durante tres años para asegurar la competencia y el empleo. El BBVA las asumió, pero lastraban la rentabilidad.

Y luego el money. El BBVA insistió en que el precio era bueno y que las acciones del Sabadell habían subido mucho por la opa. Sin ella, podían bajar y los accionistas debían aprovechar la oportunidad. Puede acabar pasando (el viernes el BBVA subía y el Sabadell bajaba), pero también es cierto que todas las acciones bancarias se han revalorizado (un 78% este año) porque los bancos han aumentado mucho sus beneficios. Además, el Sabadell ha vendido el británico TSB al Santander —¿hay complicidad entre ambos?— lo que le ha permitido disparar el dividendo y restar atractivo a la opa.

Por eso el BBVA, contra lo que había dicho, al final tuvo que subir el precio. Y abrió una controversia. El Sabadell supo transmitir que sería más rentable ir a una segunda opa —cuando el BBVA ya tuviera el 30% y debería hacer una mejor oferta y en metálico por el resto del capital—, lo que ha debido de decidir a algunos accionistas a esperar. Y al final no se ha llegado al 30% y la opa ha fracasado.

¿Qué pasará? El BBVA es un gran banco que sabrá digerirlo y subirá la retribución al accionista con el dinero ahorrado de la opa. Objetivamente no debería de acusar ningún serio contratiempo. El Sabadell respira triunfante porque ha logrado mantener su independencia. Pero ha dejado pelos en la gatera (el TSB) y ahora su cotización ya no está protegida por la opa. Ser pequeños en un mundo de gigantes no será coser y cantar. Solo ha ganado la primera batalla de su nuevo reto: ser rentable e independiente pese a ser pequeño.

La lógica financiera no lo es todo. Pero cuenta mucho. Y la dimensión también. Para el Sabadell, el día después también existe.

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