Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Opinión

Vigo

Todos los caminos conducen a Santiago

Un avión de united airlines iniciando el aterrizaje

Un avión de united airlines iniciando el aterrizaje / N509FZ

La que han liado los amigos americanos de United Airlines con ese vuelo directo entre Lavacolla y el aeropuerto Newark Liberty International, en Nueva Jersey. Tienen a la comunidad frikiaérea gallega, como decía mi abuela Filomena, ‘alghareada’; y no digamos ya a los viajeros del bigotito y a los viguistas, con esa envidia malsana por la oportunidad perdida (otra vez) para Peinador. Y es que la aerolínea estadounidense conectará ambas terminales tres veces por semana a partir del próximo 28 de mayo. En plata: el Gordo del sorteo de Navidad cayó antes de tiempo en Santiago, aliviando, en parte, el mal sabor de boca del cierre de la base de Ryanair. Si es que ya decía yo que la suerte está mal repartida…

Si a Vigo le tocó la lotería en su día con Citroën, y a A Coruña con Inditex, a Santiago la diosa Fortuna llegó mucho antes con ese pedazo de catedral a la que cada año peregrinan cientos de miles de creyentes y no creyentes de todos los confines del mundo. Un fenómeno que, con el paso de los años y la llegada de los tiempos modernos, lejos de menguar —como era de suponer— está yendo a más. Basta con ver las cifras de caminantes con vieira que atraviesan tierras gallegas en su etapa final, con un crecimiento que roza lo exponencial en su travesía sureña por el Camiño Portugués pola Costa. Todas las mañanas, cuando llevo a los críos al cole, me cruzo con parejas, grupos y también con algún solista que, con paso ligero, marcha hacia la capital gallega.

Una ruta a la velocidad del rayo

Peregrinos, en el albergue del Berbés / Pablo H. Gamarra

Xacobeo en 2027

La verdad, nunca comulgué con esto del Camiño. No es para mí. No le veo sentido a pegarse la gran pateada para llegar a Santiago, donde casi siempre llueve y no hay ni mar ni playa, pero sería de estúpidos no reconocer el impacto económico que este fenómeno, casi tan antiguo como Galicia, tiene sobre todo el territorio. Y ese vuelo de United Airlines, intuyo, tiene mucho que ver con eso. Aquí no creo que nadie se atreva a abrir el debate de las ayudas públicas. Debe pesar mucho más el gran volumen de estadounidenses que peregrinan a Santiago (más de 38.000 en lo que va de año, como ha recogido mi compañero Alberto Blanco). Imagino que la aerolínea —las empresas yankees, si por algo se caracterizan, es porque ven la pela más que nadie— haría sus cuentas pensando en el siguiente Xacobeo, que, si se mantiene la cadencia, tocaría en 2027.

Otra cosa será el precio de esos vuelos. Aunque ya me imagino a Peter (nombre e historia ficticia, of course), de Oklahoma, después de hacerse los 231 kilómetros que hay entre Oporto y Santiago, tras varias noches durmiendo en albergues (espero que en Baiona), con los pies destrozados, una vez reciba la Compostela y se tome un par de cañas en una terracita, debatiéndose entre coger un coche o un tren que lo lleve de vuelta a la ciudad portuense o a Madrid para regresar a EE UU, o pagar una farelada porque puede permitírselo y así disfrutar como Dios y el Apóstol mandan de su merecido descanso tras su paseíto por la costa de la Eurorregión. La elección está clara, ¿no?

Así que toca felicitar a los gestores del aeródromo compostelano, que imagino que algo habrán hecho para captar a United Airlines, y tragarnos la envidia malsana en el sur, porque, otra vez sí, todos los caminos conducen a Santiago.

Imagen

Al lío

Si quieres recibir este análisis de la actualidad en tu correo tan solo debes activar este boletín en nuestra página web

Me apunto

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents