Opinión

Ahora (sí) creo en Sparc

Sparc, acrónimo de III-V Semiconductor Foundry and Advanced Photonics Research Center.

Sparc, acrónimo de III-V Semiconductor Foundry and Advanced Photonics Research Center. / Faro

Cuando uno lleva ya unos años en esta profesión, se vuelve escéptico. Es decir, no se cree nada. O al menos, no del todo. Sobre todo si quien habla es un político —da igual el color o la administración de la que se trate—. En el tiempo que llevo en esta casa he publicado grandes proyectos transformadores de ciudad —desde el puerto hasta el Castro— que al final se quedaron en agua de borrajas. PowerPoints muy xeitosos, eso sí, pero nada más. Humo. Y lo mismo cuando escribía sobre Economía: flotas enteras de buques que nunca llegaron a construirse, gigafactorías que iban a llenar el desierto de la Plisan... Más humo.

Sparc: La promesa que podría cambiar todo

Por eso, cuando desde hace unos meses empezamos a publicar sobre una idea llamada a revolucionar la economía local, una que, según sus promotores, tendrá un impacto en la comarca similar al que tuvo la llegada de la antigua Citroën en 1958 —que ya es mucho decir, ¿no les parece?—, volví a aplicar ese filtro de escepticismo al que me tengo acostumbrado por pura higiene mental.

Me refiero a la planta de chips fotónicos que impulsa la sociedad Sparc en Valadares. Una idea que germinó en la UVigo y a la que, poco a poco, se han ido sumando administraciones y socios tecnológicos.

Infografía de la planta de semiconductores fotónicos que se instalará en el PTL de la Zona Franca de Vigo en el marco del proyecto SPARC. Recreación virtual

Infografía de la planta de semiconductores fotónicos que se instalará en el PTL de la Zona Franca de Vigo en el marco del proyecto SPARC. Recreación virtual / Faro

El punto de inflexión: Dinero y socios serios

Lo reconozco: la sigo desde sus orígenes con mucha atención, pero sin llegar a creérmela del todo... hasta la semana pasada. El desembarco del Estado —a través de la Sociedad Española para la Transformación Tecnológica, una especie de SEPI del sector STEM— en el capital de Sparc con una inyección de 17 millones de euros, y la irrupción como socio mayoritario de un gigante como Indra, que ha puesto sobre la mesa otros 20 millones (por delante de la SETT y Zona Franca), me hicieron cambiar de opinión.

Aunque, siendo honestos, lo que de verdad me quitó la venda de los ojos fue leer la entrevista que mi compañero Borja Melchor le hizo a Francisco Díaz, CEO de Sparc e investigador de la Escola de Enxeñaría de Telecomunicación. Un técnico, no un político. Claro y meridiano. Ahora sí creo. «Hay contactos con centros de investigación y empresas que quieren trabajar con Sparc», dijo.

Cifras y ambición: Vigo como referente mundial

Doscientos empleos directos de alta cualificación —multiplicados por seis con los indirectos—, inicio de producción previsto para finales de 2027, y la ambición de convertir Vigo en un referente mundial en el desarrollo y fabricación de semiconductores fotónicos. Chips que trabajan con luz. Guau. Con trece clientes ya asegurados en Corea del Sur, Estados Unidos y Europa.

Reconocimiento y esperanza

Imposible no creer. No ilusionarse. Y no reconocer el mérito de Francisco Díaz, Carlos Mosquera, Francisco Soares, José Pozo y Eladio Crego, los impulsores de todo esto. También el de la Zona Franca, que desde el minuto uno apostó por Sparcen un acto de fe que hoy empieza a verse recompensado.

La planta de semiconductores fotónicos generará más de 700 puestos de trabajo y se prevé que funcione desde finales de 2027.

La planta de semiconductores fotónicos generará más de 700 puestos de trabajo y se prevé que funcione desde finales de 2027. / Faro

¿Será esta vez diferente?

Ahora solo queda cruzar los dedos y esperar que esta vez sí. Que no se quede en promesas o titulares optimistas. Que no sea otro espejismo en la hemeroteca de las grandes apuestas fallidas. Pero, por primera vez en mucho tiempo, me cuesta no ilusionarme. Porque esta vez hay dinero. Hay socios serios. Hay plazos. Hay clientes. Y, sobre todo, hay gente que sabe lo que hace. Técnicos. Ingenieros. No solo políticos preocupados por la foto.

Así que sí, sigo siendo escéptico. Pero también, por qué no, un poco creyente.

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