Opinión | Mira Vigo

Vigo

Retratos augustos Llerena Perozo

Retrato augusto de Llerena Perozo

Retrato augusto de Llerena Perozo / Augusto Rodríguez

Creció jugando a la pita en la calle Sagunto y aventurándose hasta Santa Cristina con su abuela Ramona para aprender a montar en bicicleta, cuando Martínez Garrido era campo. De la “calle de los cines” a la Travesía iba cruzando las huertas de lo que ahora es Genaro de la Fuente. Será por eso que ha acabado traspasando el umbral de los 50 instalada en su refugio verde, libre de asfalto en el corazón de Pontevedra. Eso sí: Vigo, siempre a mano. Escribe novelas, colabora en prensa y produce eventos culturales. Guarda los juegos de lógica de sus abuelos como un tesoro y los usa. Dice que es feliz.

A Nava Castro, alcaldesa floral de Ponteareas

Yo estaba hace muchos años en la orilla del Tea presto a dar un pregón en Ponteareas, en espera de un concejal que me llevara al lugar elegido cuando, allá al fondo, como una Vestal, como sirena salida de las aguas, apareció ella. ¡Bienvenido, soy Nava Castro, concejala!, me dijo tras el arco de una cálida sonrisa que casi me lleva a pedir la mano a esta brava hija de Castro, el alcalde perpetuo a quien ya hice sus memorias. Hoy, muchos años después, nuestra Nava, ya alcaldesa otra vez, se vestirá de Corpus con un diseño inspirado en tal celebración de Uxía Loureiro, con el que asistirá a la recepción de las 9 de la noche. Como me pasó con la alcaldesa de Mos, Nidia Arévalo, lanzándose al escenario en su Festa da Rosa a cantar a Hombres G , daría un tercio de mi soldada por ver hoy a Nava, habitualmente sobria en el vestir, caminando entre alfombras con un vestido de cóctel de tejidos naturales y estampado de patchwork de diversas flores rechamantes festoneadas una a una. Bella y aromática lucirá Nava, flor entre flores, a la que acabarán llamando la alcaldesa floral.

Y Ponteareas en la piscina

Yo estaba anteayer dando caña a mi aparato muscular en una gran piscina a 420 kilómetros de Vigo. Miraba mi entrenamiento en el agua el único hombre que en ella estaba y yo le espeté: «Aquí me ve, disciplinando mi cuerpo ahora que estoy en la setentena». Me respondió él, que supe luego que se llamaba Evaristo, hombre que aparentaba gran experiencia nacido en 1930: «Es usted un niño, yo le llevo 21 años y aquí me ve, nadando tan tranquilo». El nonagenario salmantino captó mi acento y añadió: ¿De qué parte de Galicia es usted?»» De Vigo a mucha honra», respondile. «Hombre, conozco Vigo. Fui marino mercante y luego más cosas. Mi hermana fue maestra y es propietaria con María Pilar García del Santiago Apóstol de Ponteareas, donde le dio clases a Caballero, alcalde de Vigo. Y, aunque no me conoce, coincidí con él viviendo en Cambridge». O sea que, si no me equivoco, en una piscina a 420 kms de Vigo conocí al hermano de Paquita Hernández, viuda de Benigno, de 94 años, ex maestra y ponteareana de adopción. Mañana le preguntaré qué tal alumno era el alcalde.

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