Opinión
La inminencia de una guerra con Irán divide al movimiento MAGA
La posibilidad inminente de una guerra con Irán, en apoyo a su eterno protegido Israel, divide al movimiento MAGA en Estados Unidos. Demostrando una vez más lo poco que le importan sus aliados, el presidente Donald Trump abandonó la reunión del G7 en Canadá para regresar precipitadamente a Washington. El errático republicano lanzó un ultimátum a Teherán, exigiéndole la «rendición incondicional» a la vez que, colmo de la chulería, dijo que el líder supremo iraní «estaba seguro… por el momento». Israel y el lobby judío de Estados Unidos, que tantas campañas al Senado, al Congreso y a la Presidencia, incluida la de Trump, ha financiado, exige a Trump que acabe con el régimen de los ayatolás.
Cada vez está más claro que no se trata de que Irán estuviese más o menos cerca de fabricar una bomba atómica y rompiese así el monopolio nuclear que tiene el Estado sionista en Oriente Próximo y que Occidente admite en cambio sin rechistar. Es una acusación que lleva haciendo desde hace décadas el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que solo busca arrastrar a EEUU a una guerra cuyo objeto real es un cambio de régimen que le permita proseguir su bíblico proyecto expansionista: la creación del Gran Israel.
Pero Irán no es Irak, ni Libia, ni Afganistán, países invadidos antes por Estados Unidos. No lo es por extensión geográfica ni por poderío militar, como ha demostrado en los pocos días de guerra que lleva ya con su agresor, Israel. Y eso es lo que especialmente preocupa a un importante sector del movimiento MAGA (Make America Great Again) que se creyó la promesa de Trump de que no embarcaría al país en desastrosas aventuras militares y se dedicaría sobre todo a fortalecer su economía.
Y dos de los personajes con millones de seguidores que más han hecho por ese movimiento: el periodista Tucker Carlson y el ideólogo ultraconservador Steve Bannon, expresaron en un reciente diálogo público su oposición frontal a una costosísima aventura militar que pondría además en peligro la vida de los soldados que tiene EE UU en sus bases en la región.También se opone a esa posible guerra con Irán para sacarle a Benjamín Netanyahu las castañas del fuego la conocida representante republicana por Georgia Marjorie Taylor Greene, uno de los miembros de la Cámara que han sido desde el principio más leales a Trump.
Pero el Presidente, a quien muchos no dudan ya en calificar de «imbécil estratégico» y de «idiota», se permitió humillar a su hasta ahora Directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, cuando declaró a la prensa que no le importaba lo que esa dijera. Basándose en los informes de sus propios servicios secretos, la exdemócrata tornada republicana negó ante el Congreso que Irán estuviese construyendo la bomba nuclear.
Nada de eso importa a los halcones como el senador republicano Lindsay Graham, el mismo que recomendó un día a Israel lanzar una bomba sobre Gaza. Ni tampoco a los comentaristas de emisoras como Fox, que no dejan un momento de golpear los tambores de guerra. No hay duda de que, con su enorme fuerza militar, EE UU podrá destruir ese país tras descabezar a su régimen, pero ¿con qué consecuencias? Desestabilizará toda la región, pondrá en peligro durante años la paz mundial y provocará nuevas oleadas de refugiados, que tratarán de llegar a Europa.
¿Es que los gobiernos europeos como el alemán de Friedrich Merz no son capaces siquiera de entenderlo? Y si lo entienden, ¿puede más su ideología?
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