Opinión

Un verano sin coches de choque

Coches de choque.

Coches de choque. / Jose Lores

Verbenas y Navidad se disfrutan mucho más de niño y cuando tienes hijos, porque revives la experiencia de tu propia infancia. Al menos, en mi caso ha sido así, y creo que muchos opinarán igual. ¿Quién no recuerda la primera vez que se subió a un tiovivo? ¿O se puso a los mandos de un coche de choque, con la banda sonora de la época atronando —la mía la tengo grabada en la mente, pero no la revelo para no parecer un carca— y la sensación de súbita independencia, hasta que otro niño te embestía por detrás (con perdón)? Son tantos los recuerdos: los cochitos, el tren chu chu, el saltamontes, las primeras norias... Atracciones que nos dejaron huella y, en algunos casos, un agujero en los bolsillos de nuestros padres.

Pues, o mucho cambia la cosa, o nos enfrentamos a un verano de fiestas descafeinadas en esta ciudad y me atrevería a decir que en buena parte de la comarca. Como hemos leído en estas páginas, las atracciones que en años anteriores hacían las delicias de pequeños y mayores no cumplen la normativa de seguridad del Concello, que, tras la tragedia del año pasado en la parroquia de Matamá —donde un joven falleció al desprenderse un brazo del saltamontes—, aplicará a rajatabla la ley autonómica 9/2013 y el decreto 226/2022, muy estrictos, especialmente en las intervenciones para el mantenimiento de las máquinas. «La ley hay que cumplirla sí o sí. No la cuestionamos», insisten desde el Ayuntamiento.

Las consecuencias de este endurecimiento ya están aquí. La fiesta de San Sebastián, en Coruxo, que se celebra este fin de semana, no cuenta con ninguna gran atracción, a diferencia de años anteriores. Solo hay puestos de tiro con carabina o rosquillas, por falta de permisos, lo que ha enfurecido a los feriantes y a la comisión de fiestas, que han visto esfumarse su principal fuente de ingresos. En la misma situación están O Calvario con las Festas da Alegría y Coia con las Festas da Virxe da Consolación, entre otras. Ya me imagino a los niños en sus casas pidiendo ir a la fiesta para montarse en los cochitos o el tren chu chu, y la resignada respuesta de los padres: «Este año no hay».

Pero la seguridad debe ser lo primero. Accidentes mortales como el del saltamontes no pueden repetirse, especialmente cuando los usuarios principales son niños y adolescentes. Estoy convencido de que todos los feriantes comparten esta premisa y que la mayoría cumple con los requisitos. No hay otra opción. Al Concello, lo que le toca es actuar con la celeridad y diligencia que se le presuponen para revisar documentación y apoyar a las comisiones de fiestas, de modo que Vigo recupere, como pregona el alcalde, «las mejores fiestas del mundo».

La seguridad es un pilar irrenunciable, pero también lo es la alegría que despiertan las verbenas en nuestros corazones y en los de las nuevas generaciones. Ojalá esta pausa sirva para que todos los implicados trabajen con urgencia y responsabilidad, y pronto volvamos a ver cómo la magia de los cochitos, el tren chu chu y las norias llenan de risas y emoción cada rincón de la ciudad. Vigo merece unas fiestas seguras, sí, pero también inolvidables.

Tracking Pixel Contents