Opinión | Mirador de Lobeira

El cobrador del frac para los trabajos de autor

Que la Sociedad General de Autores (SGAE) sablee a un Ayuntamiento porque organiza una serie de conciertos pagados parece la gota que colma el vaso de la decencia.

Y en este caso, O Grove es víctima y no cualquier víctima pues ese ente privado que tantas veces ha sido puesto en la picota le reclama nada más y nada menos que 52.000 euros de bellón, que se dice pronto.

Y además tiene la desfachatez de solicitar un dinero que se generó entre los años 2015 y 2023, es decir hace la nada despreciable cifra de una década por lo que en román paladino indicaría que ya todo habría prescrito. Pero aunque no lo estuviera, los señores de la SGAE tendrían que ser un poquitín más escrupulosos en tanto que sanciona a un Ayuntamiento cuya única función es contratar los grupos que correspondan.

Como se sabe, son los conjuntos musicales los que eligen finalmente el repertorio, por tanto los únicos a los que se les podrían repercutir esos derechos de autor que la obsoleta Sociedad reclama al primero que se le pone por delante y tiene algo de dinero, pues a estas alturas del siglo XXI no parece de recibo que existan estas arcaicas seudoinstituciones que cobran solo por perseguir a entidades públicas y también privadas.

Arcaico es por el simple hecho de que lo razonable sería que esa empresa de cobro de morosos de autor se rearme ante las amenazas que llegan de la digitalización y no de un simple concierto bajo una carpa de pueblo que presume de su exitosa fórmula de la Festa do Marisco.

Por lo que más parece razonable que ese organismo, llamado SGAE, empiece a valorar otro tipo de soluciones menos gravosas y sobre todo atentatorias de las normas sobre plazos, prescripciones y anulaciones que se planteen.

Cobrar es el paso más simple para todos ellos, en vez de buscar fórmulas que sirvan para proteger los derechos de autor que, por cierto, están mucho menos protegidos en otras instancias culturales como la prensa o la literatura que tan pronto salen a la calle pasan a ser posesión de la comuna.

Títulos y letras de canciones son fáciles de traer a colación pero para evitar que a alguien se le ocurra que citarlos es un plagio pues casi mejor que cada lector ponga el suyo y así nadie les podrá reclamar un dinero que poco costó sudar.

Cacabelos debería demandar a la SGAE, simplemente porque insisten siempre en la misma letra. O que se vista el frac para asustarlos.

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