Opinión
Ucrania se habría beneficiado de mantener relaciones a la vez con Rusia y Occidente
La tragedia ucraniana, pues no puede calificarse sino así lo que sucede en ese país de frontera, habría podido evitarse si Bruselas no hubiese colocado a Kiev ante la disyuntiva de «o con nosotros o con Rusia».
Siguiendo en ello a Washington, que tenía un interés estratégico en separar a Europa y con ella, a Ucrania, del resto del continente euroasiático, importante fuente de energía y de materias primas, la Unión Europea colocó a Kiev ante un ultimátum que iba a representar su ruina.
Los lazos comerciales con Rusia eran vitales para Ucrania pues prácticamente dos tercios de sus exportaciones se dirigían antes al país vecino antes del golpe contra el Gobierno democráticamente elegido del presidente Víktor Yanukóvich en 2014.
Con la promesa de mayor prosperidad para Ucrania con su ingreso tanto en la Unión Europea como en la OTAN, Occidente quiso separar a Ucrania de Rusia y ello, al precio que fuera.
Aunque conviene recordar que no había en un principio una mayoría en ese país a favor del ingreso en la alianza militar de Occidente y que su neutralidad estaba además anclada en la Constitución.
El interés de Estados Unidos en aislar a Rusia del resto de Europa está ampliamente documentado: sus estrategas ni siquiera se molestaron en ocultarlo.
Se trataba de un interés estratégico además de económico: con esa separación se privaba a la Europa central y sobre todo a Alemania, motor industrial del continente y el mayor competidor de EEUU, de la energía barata rusa.
No es por otro lado cierto, como afirman algunos, que fuera Rusia la que decidió suspender el suministro de gas a Europa, que se había vuelto vulnerable por culpa de esa dependencia. La voladura de los gasoductos del Báltico, uno de ellos a punto de terminarse, por los que llegaba ese gas a Europa fue una operación llevada a cabo bien por Estados Unidos, como afirma el periodista Seymour Hersh, bien con su complicidad.
El resultado es que Europa compra ahora a EEUU su gas licuado procedente del fracking, que es mucho más caro y contaminante, además del ruso que ha seguido comprando por otras vías y a un precio consecuentemente más elevado. Como se ve, un pésimo negocio. ¿No es ya hora de que los gobernantes europeos defiendan los intereses del continente? Porque en el fondo de eso se trata: de intereses y no de moral.
Lo dijo abiertamente en la última conferencia de seguridad de Múnich la ex vicepresidenta de EEUU Kamala Harris al hablar del compromiso de su país con Europa: no se trata de altruismo, explicó, sino de «nuestros intereses estratégicos». Y no es ni mucho menos interés de Europa mantener eternamente aislado, como quieren algunos prolongando indefinidamente la guerra de Ucrania, guerra en que solo mueren otros, a un país que siempre será nuestro vecino.
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