Opinión

Gasto militar y creación del servicio de guardacostas de España

Si yo fuera Putin y deseara invadir España desde luego lo haría por el sur y en grupos armados por el Guadalquivir arriba. Si los narcotraficantes pueden hacer esto, imagínense ustedes lo que podría hacer la que se denomina Dark Fleet rusa o los posibles grupos terroristas internacionales que intentaran llevar a cabo una actuación hostil contra España.

Nuestras fronteras marítimas son muy permeables y ello no es achacable a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad españolas, sino a los insuficientes medios que se les proporcionan, tanto materiales como legales. A la ineficiencia del sistema contribuye mucho la dispersión de organismos con competencias en el ámbito marítimo, tanto del Estado como de las Comunidades autónomas.

Es necesaria una reorganización de nuestro sistema de protección de la costa y estimo que lo lógico es hacerlo mediante la creación una Fuerza de Guardacostas de carácter militar basada en la Armada española. Es el momento oportuno porque ello permitiría incorporar al gasto militar una gran parte del que ahora se atribuye a entidades de tipo civil, lo que además contribuirá a aumentar la eficiencia y eficacia en las labores de protección marítima de España, que debe de ser el objetivo principal.

Lógicamente, un servicio de este tipo no puede ser autonómico. Debe tener carácter estatal no delegable ya que las economías de escala se obtienen en un servicio a nivel estatal y no autonómico.

Con matices, el ejemplo a seguir es el de los Estados Unidos, que en 1915 aprobó su Ley de Creación del Guardacostas, cuerpo que constituye parte de sus fuerzas militares y que fue absorbiendo paulatinamente al resto de entidades que, como en el caso español, existían. Nunca se cuestionó su carácter de institución militar integrante de las FF.AA. ni su cuestionó su carácter federal.

Los problemas a los que se debe de enfrentar un servicio de guardacostas son por una parte los clásicos: salvamento marítimo, vigilancia costera, atención sanitaria a las flotas, vigilancia y protección de la flota nacional, tripulación de buques de investigación y especiales, señalización marítima y lucha contra el contrabando, a los que se añaden otras más recientes como impedir y prevenir la inmigración ilegal, represión de la delincuencia internacional y lucha contra el narcotráfico además de la lucha contra el terrorismo o agresión de todo tipo en el dominio marítimo y capaz de operar en alta mar.

Para afrontar este escenario se requiere un servicio capaz de realizar un despliegue rápido y eficaz de medios y que proporcione cobertura constante y sostenida en el tiempo que solo puede asegurarse mediante una estructura militar dotada de un fuerte componente vocacional. Se necesita personal que acepte que su vida profesional va a transcurrir en el servicio y que su disponibilidad sea total y no pueda estar sujeta a un horario fijo ni a unas normas que no tengan una flexibilidad muy grande al respecto.

Los Servicios de Guardacostas españoles deben de concebirse como una plataforma de acción y de gestión de la política marítima española encargada del control y vigilancia de todos los aspectos relacionados con el mar, basada en la actual Fuerza de Acción Marítima que no perdería ninguno de sus actuales cometidos de defensa ni de su vinculación directa con la Armada, manteniendo íntegro su carácter militar y que asumiría la dirección de todos los servicios existentes, tanto civiles como militares, su mando operativo pleno y exclusivo y la dirección de todas las operaciones en el mar. Se le transferirían todos los medios materiales y humanos que en la actualidad están a disposición de los distintos organismos y agencias del Estado, con la excepción de la Guardia Civil.

También podrían ser transferidos y aceptados por el Guardacostas todos aquellos medios materiales pertenecientes a Comunidades Autónomas que encomendaran al Guardacostas español la realización de inspección y control de las actividades derivadas de la legislación exclusiva o de desarrollo de dichas Comunidades, siguiendo quizá el modelo de la Policía Autonómica de Galicia.

Para los casos de «persecución en caliente», el Guardacostas debe de poder ejercer una proyección en tierra, lo que puede hacer a través de trozos especializados de la Infantería de Marina. De manera análoga, la Guardia Civil debe de contar con su proyección en el mar a través de la Guardia Civil del Mar.

Se establecería un protocolo especial de cooperación entre el Servicio Marítimo de la Guardia Civil y el Guardacostas que asegure una rápida y correcta coordinación de servicios operativos entre ambas instituciones evitando duplicidades e interferencias.

En el escenario internacional actual es necesario, hoy más que nunca, blindar herméticamente la costa española contra cualquier peligro exterior. Si se les dota de medios, la Armada y la Guardia Civil pueden hacerlo.

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