Opinión
Amar a Europa en tiempos revueltos
Pertenezco a una generación, la de los nacidos en los 70, que reconoce el impacto positivo de nuestra pertenencia a la Unión Europea porque lo ha vivido. Guardamos el recuerdo vivo de cómo nuestro país se modernizaba tras su adhesión en 1986 y cómo Europa ha sido la fuerza tractora tras muchos de los avances que hemos vivido en España y en Galicia, aunque también hayamos sufrido decisiones injustas, por ejemplo, en el sector pesquero.
Por lo tanto, no es una sorpresa que un socialdemócrata como yo manifieste su amor por la UE y aspire a transmitirlo al resto de la ciudadanía.
La Unión Europea se entiende a través de la Paz, la Democracia y la Diversidad como valores fundamentales y fundacionales del proyecto comunitario. También desde la Solidaridad como la que hemos disfrutado. Sin duda, nos defraudó la respuesta europea a la crisis financiera de 2008, que contribuyó a aumentar la desigualdad en muchos Estados miembros, hizo crecer el antieuropeísmo y ha servido de combustible al populismo filofascista con raíces en nuestro pasado más oscuro, ese que ahora se propaga por Europa centrando su foco en las generaciones más jóvenes. Y aunque la reacción ante el covid y las crisis posteriores ha sido acertada, quedan muchos retos por delante, como la dificultad de acceso a la vivienda, que tanto afecta a la juventud.
Recuerda Timothy Snyder en su magnífico ensayo Sobre la libertad que Simone Weil afirmaba que «todo lo más valioso que hay en nosotros proviene de los demás, pero no como un regalo sino como un préstamo que debe renovarse constantemente». Hemos heredado las bondades del proyecto europeo, pero tanto la UE como la democracia necesitan cuidado constante. Es probable que hayamos fallado en explicar a los nacidos en el filo del siglo XXI que no hay que dar por supuestos los derechos y libertades que disfrutamos. La democracia que hemos construido se puede venir abajo, incluso sin desmontar completamente, sino socavando las instituciones que le dan sustento. Orban o Trump son ejemplos de ello.
Con todo, quiero reinvindicar a la UE como el mayor éxito colectivo de nuestra historia. Un proyecto único que nos ha procurado un modo de vida próspero y con más garantías que en cualquier otra parte del planeta. Nuestro modo de vida no tiene parangón: nuestra esperanza de vida, sin ir más lejos, es superior en varios años a la de un ciudadano norteamericano, y no se pueden desligar este y otros muchos logros de las políticas practicadas por la UE.
Ahora, de nuevo, Europa se encuentra en una encrucijada. Por eso, quiero aprovechar este 9 de mayo, Día de Europa, para animar a los jóvenes y no tan jóvenes a comprometerse para avanzar juntos en la integración europea como mejor forma de afrontar los grandes retos que tenemos por delante. Abrazar los valores europeos en tiempos revueltos es la mejor forma de defender los logros de esta histórica Unión en la Diversidad.
Suscríbete para seguir leyendo
- «Tosí, él dijo ‘aquí no era’ y siguió pinchando; no me avisó de los riesgos»
- Ratifican la condena a un fisioterapeuta que perforó los pulmones a una paciente por una «evidente» mala praxis en la punción con agujas
- Entrega del bote de 'Pasapalabra': Antena 3 modifica así el horario del esperado momento
- Síntomas para descubrir a tiempo la enfermedad más mortífera y difícil de diagnosticar
- Extinguido el impresionante incendio en una nave de gestión de residuos en Porriño
- Desaparece en el Atlántico un piloto de Redondela afincado en Vilagarcía
- Suspenden en Vigo a una profesora de Inglés durante un año por no saber dar clase
- Los dragones escupen arena en A Lanzada