Opinión | NEWSLETTER DE ECONOMÍA
¿Se acabó?
La redactora jefa de FARO analiza la actualidad del sector de la empresa, las finanzas y el mar

Newsletter de economía por la redactora jefa Lara Graña / FDV
Esta mañana tuve una conversación interesante sobre el plan de reestructuración de Comercial Pernas. No puedo decirte con quién –tampoco es lo relevante; mi palabra cuando la doy en garantía de confidencialidad sí lo es—, pero comentamos la importancia que, a mi juicio, tiene para Galicia la continuidad de la factoría de Cambados y, en menor medida (ya fue adelgazada al máximo), la de O Grove, para poder zanjar de una vez este complejísimo proceso de insolvencia.
Uno que arrancó ya con Atunlo, como recuerdas, y que tiene visos de querer extenderse durante varios meses más.
Esto no es bueno para nadie: las malas noticias no lo son solo para la empresa protagonista de un concurso o una liquidación, lo son también para el conjunto de toda la economía, e incluso para las de sus competidores.
¿Se acabó todo este macroajuste en la deuda de las pesqueras con los de Pernas y Pevasa? Ojalá. En esa conversación me llamaban «optimista por compasión», casi como la peli de Cary Grant, por darlo por hecho. Yo es que quiero creer que sí, que esta estampida de concursos y cierres se ha terminado por fin.
Lo que no se habrá terminado es la indefensión que empapa a muchos acreedores. Por supuesto que ninguna empresa (decente) tiene intención deliberada de volverse insolvente, por supuesto que no doy por hecho un dolo cuando se plantea una quita; la intención última de la legislación concursal es la de intentar preservar una actividad, y eso es fundamental y más que defendible.
¿Pero qué pasa con los acreedores? ¿Con los que, por poco que parezca con procesos como los que he mencionado, entran en riesgo de liquidación con un impago de 30.000 o 50.000 euros? Sin haber errado en ningún momento.
Es que he visto tantas veces a pymes sufrir, o directamente ahogarse, por un concurso de acreedores ajeno que no me entra en la cabeza que no les ampare ninguna salvaguarda. Conocí a un empresario de la Costa da Morte que perdió su casa y su coche en dos concursos del naval, hace ya más de diez años. Recibía de sus padres un par de euros al día para tomar un café con leche en el bar; aquellos dos concursos fueron calificados como fortuitos.
Pero no caigamos en el desánimo, que hay brotes verdes y, con casos como Wofco, selvas frondosas.
Feliz semana.
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