Opinión | NEWSLETTER DE DEPORTES
El pasillo
El análisis semanal del presente, pasado y futuro del deporte con Juan Carlos Álvarez

Newsletter de actualidad deportivo por Juan Carlos Álvarez
Confieso que respiré aliviado con el desenlace de la Copa del Rey. La reacción nada tiene que ver con mi grado de estima hacia cualquiera de los dos finalistas -soy de los que espera cada vez con más ansia la llegada de ese maná que según Florentino será la famosa Superliga- sino porque gracias al gol de Koundé nos libramos del absurdo pero inevitable debate sobre el pasillo al Real Madrid en el Bernabéu. ¿Se lo imaginan? Si el equipo blanco hubiese ganado la Copa en Sevilla, al Celta le correspondería la decisión de hacerle el pasillo el próximo domingo en el Santiago Bernabéu. La escena hubiese sido diabólica. Los jugadores del Celta rindiendo tributo por cortesía a un equipo que para ganar la Copa, entre otras cosas, se habría aprovechado del mayor asalto arbitral perpetrado esta temporada en el fútbol español y la víctima de aquel infame episodio dando palmas. La semana le hubiese hecho daño al Celta. Más allá de las monsergas que se escucharían desde los blanqueados púlpitos madrileños y las lecciones de buenos modales de la banda de los Pedreroles, en Vigo el debate hubiese sido intenso e intuyo algo desagradable. Me atrevo a predecir que los aficionados del Celta mayoritariamente reclamarían que no se le hiciese pasillo y eso enfrentaría al club y al vestuario a un interesante dilema: ponerse por primera vez en mucho tiempo en contra del sentir general de su gente y romper esa magia que se vive ahora mismo alrededor de Balaídos. Sinceramente no veo a Marián Mouriño ni a Claudio (no lo tengo tan claro en el caso de los futbolistas) negando ese gesto de educación deportiva a un rival. Y dolería ponerle a Rudiger y Lucas Vázquez cara de “aquí no ha pasado nada”. Por eso agradezco no estar ante esta tesitura, ante el debate encendido en las redes sociales, las encuestas en internet, las declaraciones de los monaguillos de Florentino y las insistentes preguntas en rueda de prensa sobre el asunto de marras. Supondría distracción y ruido en un momento en el que el Celta ha enfilado la pelea por meter la cabeza en Europa la próxima temporada. Un cuento demasiado bonito como para distraerse en debates que solo sirven para saciar las ansias de polémica de quienes viven de emponzoñar y de chapotear en el barro. No estamos para abrir grietas y este asunto lo haría sin ninguna duda. Mejor no hacerse daño y centrarse en que Claudio por fin encuentre el domingo la victoria de lustre que le ayude a abrillantar aún más su obra.
El incierto futuro de Borja Iglesias
Suben las temperaturas, aligeramos la ropa y empezamos a hablar del futuro de futbolistas. Señales inequívocas de que pronto los mapas del tiempo en televisión se llenarán de ese rojo intenso que tanto les gusta para anunciar el siguiente apocalipsis. El primer culebrón podría ser el de Borja Iglesias, que la semana pasada protagonizó con Claudio un duelo a ver quién quería más a quién. Un asunto delicado. El técnico ya ha dejado claro que le quiere, el jugador pretende seguir en Vigo, pero el Celta tiene que encontrar con el Betis la forma de quedárselo sin soltar apenas dinero porque no ven la necesidad ni la conveniencia de gastar en un futbolista de 32 años. Imagino que la posición de Borja será determinante en este asunto, como casi siempre. Presionar y forzar hasta agotar la paciencia del Betis. No veo otro camino para que la historia de amor con Claudio siga adelante.
El relámpago que salió de Vigo
Nunca nos cansaremos de rendir tributo a los pioneros, a quienes desbrozaron el camino a generaciones posteriores. Lo hicieron sin medios, sin dinero, con todo en contra, armados de su ilusión y capacidad de esfuerzo. Rogelio Rivas fue uno de ellos. La ciudad apenas le recuerda porque en 1970 se instaló en Oviedo por cuestiones laborales, pero un vistazo a su historia merece una reverencia. Fue el mejor velocista gallego de siempre, alguien que en 1963 fue capaz de correr los cien metros en 10.4 y clasificarse para los Juegos Olímpicos de 1964. Todo ello sucedió entrenando por las noches en la alameda frente al Náutico de Vigo. Una leyenda que el sábado murió, pero que jamás se irá de nuestro recuerdo.
Las viudas de Tom Simpson
Y cerramos con la historia irrepetible de esta semana que está cargada de sentimiento. En 1967 Tom Simpson falleció en el Mont Ventoux tras colapsar a causa de la combinación de las anfetaminas con el calor y el alcohol. Pero el protagonista de este cuento no es él sino Barry Hoban, uno de sus mejores amigos que ganó la etapa del Tour al día siguiente de la tragedia y que luego dedicó su vida a cuidar de la familia de Simpson. Hoban falleció hace unos días a los 85 años y se merecía también su homenaje.
Disfruten de la semana que esperemos nos traiga una dulce venganza en el Bernabéu. Nadie nos devolverá “lo que pudo ser” pero tendría algo de justicia arrebatarle al Real Madrid la posibilidad de pelear por la Liga en las jornadas que restan.
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