Opinión

Breviario de cinco plazas

Corazón de Vigo. En apenas un pañuelo de suelo urbano, cinco plazas curiosas. Menciono: de la Constitución, de la Princesa, Porta do Sol, de Argüelles, y del Pueblo Gallego. Dispares totalmente, caben en un puño. Resulta difícil administrar una topografía tan adversa para espacio público. Pero están ahí. ¿Cristalizan la centralidad?, ¿lo ignoran todo? o más bien, ¿lo son todo?

Breviario de cinco plazas

Breviario de cinco plazas

La ría es un clamor como puerto natural, una carta (náutica) de recomendación a entrar. En un litoral (33 km de profundidad) tan inmenso, contar con protección es clave. Y, clave para entender Vigo es el encrestado perfil topográfico que desde la restinga de A Laxe asciende y se eleva perpendicular a la costa. Los tiempos, han montado en su cabalgadura: el castro celta, el tejido medieval, la ciudad amurallada. La ciudad moderna lo tendrá difícil.

Plaza de la Constitución. Encontró lugar (amago horizontal) por encima del entorno altomedieval de la iglesia de Santa María (sucesivamente, románica, gótica, neoclásica). Convergen cinco calles, cinco dedos de una mano abierta al éxito social. Una estancia cómoda con tramos porticados en tres de los lados; un microclima íntimo; el lugar donde esperas encontrar la Casa del Concello. Tras años, aún hoy, es la plaza de la ciudad.

Plaza de la Princesa. Regular, tranquila, formal y vivencialmente. Flanqueada al este y oeste por edificios públicos de irradiación cultural, entrega su frente abierto totalmente al mediodía. El sol caldea muros y suelo, reclama árboles, sombra, agua, fuente. Al fondo, una fuga casi clandestina da un toque de atractivo misterioso. Fernández del Riego late en ella: planta noble de la Casa de la Cultura; inmediatas Biblioteca y Pinacoteca. Es la plaza de Porta do Sol.

Porta do Sol, ¡esencia de romper el cascarón amurallado! Entre el castillo de San Sebastián y la ciudadela histórica, se derriba la puerta del Sol (1869) y abre la rúa Elduayen. Ahora, posicionados en el arranque de esta calle, mirando al naciente, tendiendo la vista sobre Príncipe y Urzaiz hasta el Calvario, un pasillo visual de 1.500 metros, ¡un sinfín! ¡una perspectiva soberbia! Lleva consigo, belleza y símbolo, las dos metamorfosis: de puerta a plaza y de villa a metrópoli.

Plaza de Argüelles. Sin remilgos, un terraplén agazapado como escalinata. Un fragmento (infravalorado y descuidado) del proyecto de Genaro de la Fuente en el entorno de Picacho (coetáneo de su plaza de Portugal). Un lícito ante los desniveles de Vigo. Callados, como si fatigaran, seis tramos de escaleras dobles enfrentadas ofrecen una puesta en escena teatral, con cierto lustre, que paradójicamente pasa casi inadvertida.

Plaza del Pueblo Gallego. En una triangulación (tangente a la antigua muralla) donde radicó el periódico de Portela Valladares, de línea editorial atrevida, radica hoy una edición de plaza pública no menos audaz. Da la impresión de emanar del edificio, en algo, casa de los arquitectos; suscita especial interés la investigación de materiales y paños lisos facetados. Irisarri Piñera aportan el sello de contemporaneidad a este pentagrama urbano.

Vigo tiene estas cinco singularidades, no obstante, carece de una plaza Mayor. ¿Y eso? El plano de Nueva Población (1853) de José María Pérez, representa al noreste de las murallas, en la planicie intermareal del Arenal, el Vigo que quiere venir. ¿Centro de gravedad?: la plaza Mayor, un enorme espacio cuadrado que preside el Ayuntamiento. Nunca se realizó (se urdió el ensanche de García Olloqui). Sí se derribó la muralla, y de ahí brotan las cinco plazas.

Sitio elegido por razones de seguridad (no de vistas). Si te veo, tú me ves. Desde luego, es llamativo: encumbradas junto al mar, ninguna de ellas ve la ría. Leiro elevó (una genialidad) su Sireno para otear las olas. A falta de vistas, la dicha posible, el cercano Paseo de Alfonso XII (nada resiste la comparación) Y a falta de plaza marítima, la cercana plaza de Compostela que, como una diosa, emergió del mar (era zona intermareal).

En Vigo no hay plaza Mayor, ¿hasta qué punto estas cinco plazas circunstanciales no son la negación de la negación? Una forma tan dúctil de afirmación urbana.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents