Opinión

El Celta de Marián

Marián Mouriño, durante un acto del Celta.

Marián Mouriño, durante un acto del Celta. / Marta G. Brea

No se podrá quejar la presidenta celeste, Marián Mouriño, de los resultados cosechados en estos casi dos años al frente del club, tanto en lo deportivo como en lo institucional. Con una pizca de suerte, decisiones (en su mayoría) acertadas, mucha mano izquierda y una sonrisa ha conseguido sacar al Celta de la confrontación en la que llevaba años instalado, restableciendo la relación con el Concello y el alcalde, Abel Caballero; alcanzando la paz con los comuneros de Mos —algo impensable tras siete años de movilizaciones—, y logrando el visto bueno de la Xunta para lanzar la ampliación de la Cidade Deportiva Afouteza, uno de los proyectos de formación, investigación e industria del deporte más ambiciosos del Noroeste. También ha sabido ganarse a la afición, colocándola en el lugar que le corresponde: en el corazón del club.

Y eso sin entrar en lo puramente deportivo, donde el equipo pelea por los puestos europeos con Claudio Giráldez de timonel.

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Al lío

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Me apunto

Proyecto de futuro

La ampliación de Afouteza, aprobada este lunes por el Consello de la Xunta, tiene además un componente personal para ella: la dirección de Galicia Sports 360º fue su primera gran responsabilidad tras su regreso al Celta en 2023, meses antes de asumir la presidencia. El club invertirá 110 millones de euros en una auténtica factoría del deporte que aspira a colocar a Galicia en la vanguardia internacional. El proyecto contempla un centro de formación con ciclos universitarios y de FP en áreas sanitarias y deportivas, residencia para canteranos y estudiantes, zona de restauración, hotel para deportistas y visitantes, espacios para eventos académicos, clínica deportiva e instalaciones para innovación. A eso se suma un nuevo estadio para el Fortuna, con capacidad para 4.000 espectadores, y cinco campos de entrenamiento para los equipos juveniles y cadetes del Celta y As Celtas.

Sí, Marián Mouriño disfruta de un momento dulce, como ese delantero en racha que lo mete todo, incluso de espaldas. Los resultados la acompañan y mitigan los errores, que los ha habido —con nombres propios como Luis Campos y Rafa Benítez, fichajes de la etapa anterior pero a los que defendió hasta el final—, y más recientemente, las salidas forzadas del CEO, José Gainzarain, y de la directora financiera, Sonia García. Un movimiento este último sobre el que aún no ha dado más explicaciones que la habitual pérdida de confianza.

Marián Mouriño, una aficionada más antes del Celta-Girona

R. V.

Pero han sido muchos más los aciertos: la capacidad para recomponer puentes —nada fácil en una ciudad donde congeniar con el Concello y la Xunta a la vez es casi un milagro—, ganarse a la afición y apostar con decisión por la cantera. Y los números, especialmente los deportivos (los económicos son otra historia), la avalan. ¿Qué más se puede pedir? Que el equipo juegue la temporada que viene en Europa y que Balaídos sea finalmente sede del Mundial 2030, lo que permitiría aumentar el aforo de un estadio que, está claro, se queda pequeño para este nuevo Celta de Marián Mouriño.

De momento, a nosa presidenta juega con el viento a favor, liderando con la templanza del mediocentro que sabe cuándo acelerar y cuándo enfriar el partido. Ha devuelto la ilusión, reconstruido alianzas y asentado las bases de un Celta con músculo, cabeza y ambición. Queda mucho por jugar, sí, pero si el equipo sigue este rumbo y el palco no pierde el norte, puede que estemos asistiendo al inicio de una nueva era celeste. Quién sabe, igual hasta acabamos peleando por algún título. ¿Por qué no? ¡Hala Celta!

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