Opinión | EL BOLETÍN DEL DIRECTOR
Rearme
El director de FARO, Rogelio Garrido, analiza los temas claves de la actualidad de esta semana

El director de FARO, Rogelio Garrido, analiza los temas claves de la actualidad de esta semana / FDV
Es la palabra de moda. ¿Quién nos iba a decir que después de 80 años de paz (con las excepciones de los Balcanes y ahora Ucrania) los vientos belicistas volverían a soplar con fuerza huracanada en el viejo continente? Que la prioridad ya no sería fortalecer el maltrecho estado de bienestar, profundizar en el proceso de integración europea, acelerar la lucha contra el cambio climático, recortar desigualdades, buscar una solución digna a los flujos migratorios… No. Hoy la prioridad absoluta es levantar un sistema de defensa continental, construir a toda prisa un escudo que nos blinde frente a la amenaza putinesca, una vez que Trump y sus huestes fanáticas han decidido desengancharse de Europa.
El rearme militar divide más a una sociedad fracturada. Y también a la clase política. Sánchez, autoinvestido como el líder progresista-pacifista, se ha puesto al frente de las tropas. Y, de nuevo, carece de apoyos. Europa le empuja, pero sus socios y adversarios le frenan. El PP, ¿sorpresa?, ha encontrado otro motivo para desgastar al presidente y exhibir su precariedad (qué más da que comparta el refuerzo militarista). Y qué decir de sus supuestos aliados de izquierda. Estos siguen anclados en esa concepción buenista, casi angelical, de que con diálogo todo se puede arreglar. Lo mismo pensó el premier Chamberlain tras pactar con Hitler en 1938. “Mis buenos amigos, por segunda vez en nuestra historia, un primer ministro británico regresa de Alemania trayendo consigo paz con honor. Creo que esta es paz para nuestros tiempos”, proclamó tras firmar el acuerdo con el führer. Todos sabemos cómo acabó la historia: pongan Blitz en Google. Y es que las cosas no son como queremos que sean, o como nos gusta verlas, sino como realmente son.
La urgencia militar ha venido a solapar otra que nos trae de cabeza: la vivienda. El rearme es apremiante. Los datos son tan obstinados como alarmantes. 2024 cerró con el encarecimiento más elevado desde el estallido de la burbuja en 2008, de infausto recuerdo. La vivienda acumula once años de subidas, y lo que nos espera. En Galicia se otorgaron casi 8.000 visados (rehabilitaciones, incluidas). Es el mejor registro desde hace 16 años, pero está muy lejos de lo que se necesita para satisfacer una demanda acuciante. Hace falta construir más y trasladar al alquiler convencional (de turísticos vamos sobrados) los miles de pisos vacíos. Pero para eso hay que ofrecer garantías y seguridad al arrendador. No puede ser que todos los días estemos publicando noticias de okupaciones (a las bravas o por sistemáticos impagos), un fenómeno que retrae a quienes están pensando en poner su vivienda en el mercado. La impunidad tiene un alto coste. Para el tenedor del piso, pero también para quien aspira a alquilarlo. Por favor, basta de discursos de todo a cien: poseer un piso o dos no significa ser rico. Y tener ahorros no equivale a ser un potentado. Es intolerable que por inacción administrativa, legislación peterpanesca o parálisis judicial, los propietarios no tengan más remedio que recurrir a las empresas de desokupas, un negocio al alza de cachimanes de gimnasio, para recuperar lo que es suyo. El último caso, hasta ahora, en el barrio de Teis.
El pasado fin de semana, miles de mujeres salieron a la calle para clamar por la igualdad y contra la violencia de género. El movimiento feminista, por causas ajenas y errores propios, no pasa por su mejor momento. A la vista de la modesta participación, también necesita rearmarse, centrándose en todo aquello que les une (que es mucho) y arrumbando lo que les distancia. La noticia del 8-M no debería seguir siendo la división. La fractura solo alimenta a las fuerzas reaccionarias e involucionistas, que ya no solo sacan la cabeza, sino que se pasean con el pecho inflamado de prejuicios y el cerebro contaminado de naftalina.
Xosé Ramón Besteiro es el nuevo-viejo líder de los socialistas gallegos. En su proclamación arengó a sus fieles (de capa caída tras los desastres electorales) a “rearmarse” frente a las fuerzas ultra y al nacionalismo radical. Ya se puede ir remangando –él y su flamante dirigencia– porque la tarea es hercúlea. El guadianismo político de Besteiro (ahora estoy, mañana desaparezco) no parece el mejor camino y ya se sabe que la protección del primo de Zumosol (o sea Sánchez) dura lo que dura. Rueda, mientras, haciendo las Américas.
Y un último rearme. El del campo. Un territorio rico y con inmensas potencialidades pero semiabandonado. El campo avanza hacia la desertificación (o a ser carne de turismo etnográfico). Aunque siempre hay una luz esperanzadora a la que aferrarnos. Como la que proyecta Belén Cajide en Beade (Ourense). Con 36 años, es la viticultora más joven de O Ribeiro, la denominación decana de Galicia. La batalla de Belén merece la pena. Pero no basta con sangre, sudor y lágrimas, que diría Churchill. Rearmar el campo no va de la pasión y el coraje de un puñado de heroicos jóvenes amantes de nuestra tierra. Eso es importante pero insuficiente. Urgen ayudas y apoyos públicos. Escuchémosla. Necesitamos sembrar Galicia de belenes. Vamos tarde.
PD. Lo del Gobierno y su cerril rechazo a eliminar el peaje de la AP-9 nos exige a todos un rearme de paciencia. Y no bajar los brazos. Porque sí se puede (y se debe).
¡Buen finde!
Email: director@farodevigo.es
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