Opinión | Con lo bien que iba todo

Paco, el meteorito

El asteroide 2024 YR4 tiene un 1,2% de probabilidades de chocar con la Tierra en 2032, leo en un periódico nacional. No estoy consternado, la verdad, un uno y pico es poquita cosa. Estas noticias surgen con cierta regularidad y al final nunca choca, no hay que preocuparse salvo si eres un dinosaurio.

Ignoro el criterio para poner nombre a los asteroides, pero es fácil intuir que alguna norma habrá, porque 2024YR4 no es algo que te venga a la cabeza como quien le pone Chuspi a un can de palleiro.

Veamos, si esta piedra espacial se avistó por primera vez el año pasado tenemos ahí una pista clara para el inicio. Para la segunda parte tengo la tentación de mirar el apellido del tipo que miraba por el caño del telescopio cuando apareció el meteorito: Yuri Rudenko si es ruso, Yaiza Rodriguez si es de La Palma, que hay allí un observatorio bien bueno para mirar el universo. El cuatro del final es porque Yaiza pasaba las noches mirando al infinito y, claro, el año pasado hizo cuatro descubrimientos entre cuerpos celestes, agujeros negros y fenómenos cósmicos.

2024 Yaiza Rodríguez 4...

Lo veo claro, pero no lo comparto. Esta costumbre de poner siglas —preferiblemente una X— a todas la cositas del espacio, viene de cuando en los comics de ciencia ficción convenía aportar misterio al guion, y a los autores les parecía que un par de siglas y un número darían a las naves interestelares el empaque necesario para surcar el espacio exterior; pero ya metidos en el siglo XXI, en la era del escepticismo y lo fake, creo que ganaríamos en verosimilitud y recuerdo si ponemos nombres que resulten familiares.

Imaginemos la noticia, entonces.

«Aumenta la posibilidad de colisión contra la Tierra del asteroide Payaso Fofó».

«Despega el cohete Epi y Blas en dirección a Villa Solita, la estación espacial».

«Laura Valenzuela, el microsatélite de Júpiter, modifica su órbita».

Quizá así le tomemos cariño a todo lo que está mas allá de la atmósfera, que como no parece muy cómodo, lo tenemos algo desatendido.

Y, por cierto, hay que ponerle nombre a los Rayos X, que llevan un tiempo ya entre nosotros y merecen un respetito.

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