Opinión

Puñetero cáncer

Manos sosteniendo el lazo violeta del Día Mundial del Cáncer

Manos sosteniendo el lazo violeta del Día Mundial del Cáncer / Freepik

Todo empieza con un diagnóstico. En nuestro caso, tardío. Lo recuerdo como si fuera ayer:

 —Su madre tiene una lesión en la punta del páncreas.

—Lesión… ¿Se refiere a un tumor? —pregunté a la doctora. Las cosas, claras, por favor.

—Sí —confirmó.

 Ese «sí» cambió nuestras vidas para siempre. Nos subió a una montaña rusa de pruebas, quimioterapia, ingresos, más pruebas, de nuevo quimio, un deterioro físico acelerado, rabia, impotencia, desesperación... pero también esperanza, fortaleza, valentía, resignación y hasta ciertas dosis de sentido del humor. Mi madre le plantó cara hasta el final, hasta que su cuerpo se rindió, que no su espíritu. El cáncer de páncreas es un toro que solo unos pocos afortunados consiguen lidiar. Mi madre, no. Nueve meses entre el diagnóstico y su partida. Ironías del destino.

La enfermedad nos dejó sin matriarca, pero, he de reconocerlo, unió al resto de la familia. Solo cuando vives una experiencia así entiendes de verdad lo que representa el cáncer. Para mí, sin duda, es la gran pandemia de nuestros días.

Este martes, en el Día Mundial contra el Cáncer, reviví la historia con cada testimonio que leí, escuché o vi por televisión. Y al final de la jornada, sentí miedo y esperanza a partes iguales. Miedo, porque esta enfermedad ataca cada vez a personas más jóvenes: los diagnósticos en menores de 50 años se han disparado, un fenómeno de causas no del todo claras, pero que seguramente tenga relación con el estilo de vida. Y esperanza, porque la tasa de supervivencia sigue en aumento. En los últimos cuarenta años, se ha duplicado.

Un técnico de laboratorio, con un dispositivo de biopsia líquida.

Un técnico de laboratorio, con un dispositivo de biopsia líquida. / Fdv

Pero no es suficiente. Galicia es la tercera comunidad con mayor incidencia de cáncer, probablemente debido al envejecimiento de la población. Aún queda mucho por hacer para seguir aumentando la esperanza de vida de los pacientes oncológicos. Porque, aunque algunos tumores tienen altas tasas de curación o pueden cronificarse, muchos otros siguen teniendo una elevada mortalidad, como los de pulmón, colorrectal o páncreas. La clave está en la investigación. Las administraciones, todas, no deberían escatimar recursos. Si se invierte, se avanza.

Un buen ejemplo, como hemos recogido en estas páginas, es la patente recién conseguida por el grupo de Oncología Molecular Traslacional del Instituto de Investigación Sanitaria Galicia Sur (IISGS): a través de un análisis de sangre —biopsia líquida— han logrado predecir el éxito de la inmunoterapia en el cáncer de pulmón, el que más vidas se cobra al año en España. ¿Magia? No. Ciencia.

Ese es el camino a seguir. El cáncer nos arrebata demasiado, pero no puede quitarnos la determinación de seguir luchando. La historia de mi madre es la de miles, marcada por el dolor y la resistencia, por la urgencia de encontrar respuestas antes de que sea tarde. No podemos resignarnos. La clave está en la investigación, en la prevención y en diagnósticos tempranos que cambien destinos. Porque si algo está claro, es que contra el puñetero cáncer no basta con combatirlo: hay que adelantarse.

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