Opinión
Espionaje en EE UU
Senadores republicanos y demócratas de EE UU intentaron en vano que la candidata a dirigir la Agencia Nacional de Seguridad de ese país calificase de «traidor» a Edward Snowden por revelar el espionaje masivo de EE UU a sus propios ciudadanos y a los de todo el planeta.
Tulsi Gabbard, exlegisladora demócrata por Hawái, a la que el presidente republicano Donald Trump propuso para ese puesto clave, logró resistirse a los duros interrogatorios a los que fue sometida en el Senado de Washington.
Militar en la reserva que sirvió en una unidad médica en Irak con el grado de teniente coronel y fue luego enviada especial a Irak, Gabbard puede dar sin duda lecciones de servicio a la patria a muchos de los legisladores que con tanta vehemencia la interrogaron.
En respuesta a esos torquemadas, Gabbard reconoció que Snowden, exempleado de la CIA y de la Agencia de Seguridad Nacional, había «violado» la ley, pero solo para denunciar las prácticas ilegales e inconstitucionales del Gobierno de Washington.
Aunque a la velocidad a la que se suceden los acontecimientos tal vez algunos hayan olvidado los detalles, Edward Snowden provocó un escándalo internacional en 2013 al revelar a los medios de comunicación los programas estadounidenses de vigilancia masiva PRISM y Xkeyscore.
Perseguido como un «criminal» por el Departamento de Justicia de EE UU, Snowden terminó huyendo a Rusia tras haber visto denegada su petición de asilo político a numerosos países.
Uno de los pocos que se ofrecieron a acogerle fue el presidente boliviano, Evo Morales, en cuyo avión procedente de Moscú, algunos creyeron falsamente que viajaba Snowden, y al que varios gobiernos europeos negaron por ello permiso de aterrizaje.
Ante tantas negativas, el avión tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en Viena, donde el embajador español pidió a Morales que le invitase a tomar un café a bordo, algo a lo que este se negó por la sospecha de que se trataba de un pretexto para comprobar si Snowden viajaba en él, lo cual provocó un incidente diplomático.
Pero no solo su pasada defensa de Snowden es lo que denuncian muchos legisladores estadounidenses para tratar de impedir su nombramiento, sino también un viaje que Gabbard hizo a Siria para entrevistarse con el expresidente Bashar al-Ásad o sus comentarios críticos con la OTAN a propósito de la guerra de Ucrania.
Tulsi Gabbard ha demostrado en todo momento de su carrera política un espíritu independiente, y muchos parecen confiar hasta el último momento en que, si es finalmente confirmada, pueda ofrecer a Trump sus consejos, no contaminados por la ideología «neocon» de muchos de quienes rodean al presidente.
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