Opinión | Archivero diocesano

Miguel Ángel González García

Las esculturas de Pedro Casas

Razones de estética y el buen ánimo que siempre tuvo el párroco ourensano de San Ciprián de Cobas (años más tarde obispo de Plasencia), Pedro Casas, por su iglesia, que quiso amueblar convenientemente, le invitaron a hacer dos retablos colaterales, apoyado en la solución económica de usar para ello los restos del retablo mayor barroco que se retiraba y los cuerpos de los que había que eran de pequeñas dimensiones y uno además estaba afectado por la polilla. Pensó inicialmente en ello aconsejado por el propio escultor del retablo mayor Don Manuel Fernández que serían pocos días de trabajo, 22, y por tanto el coste sería de 600 reales. Comenzó la obra el 3 de mayo de 1865 pero pasado el plazo no estaba terminado más que uno y se pensó en no hacer el otro pero Don Pedro que se ve que era hombre de decisiones firmes se empeñó en hacer los dos su coste fue de 1318 rls.

La policromía en parte ya estaba pues el retablo mayor anterior la conservaba bastante bien pero hubo de pintar las piezas nuevas pero sin decirnos el nombre afirma que ello no supuso coste alguno porque el pintor era de casa y no quiso cobrar nada. Lo que me hace pensar que fue el mismo Don Pedro quien llevó a cabo la obra orientado por lo que había visto hacer en el retablo mayor. Consta que él había policromado las dos tallas por él esculpidas por lo que también se le puede adjudicar esta obra en los retablos colaterales.

En el retablo de Nuestra Señora del Rosario se distinguen claramente las partes del mismo: la calle central barroca del retablo mayor anterior, con quizá algún elemento del retablo del Rosario que se hacía en 1703, tal como consta por una data de este año: “En madera para el retablo de Nuestra Señora del Rosario 138 rls. 122 rls que llevó el escultor por hacerle que con 16 rls de la madera y satisfechas estas cuentes.

Para la hechura de la Madre de Dios he dado de limosna 104 rls que con 60 que le había dado de señal hacen 164 rls y los demás hasta 240 en que fue concertada dicha efigie con el pedestal y custodia los quite con licencia de los feligreses a la Cofradía del Glorioso San Ciprian y todo el tiempo que ha estado aquí el escultor haciendo el retablo le he dado de comer de mi casa y pagado a otro carpintero 13 rls mas por el tiempo que ocupó en desbastar la madera. Lo firmo Pardo. (AHDOURENSE 32-02-14) fecha indudable de la imagen titular. Se resuelve mediante un elegante pabellón con cortinaje, columnas salomónicas, cercano a la influencia de Castro Canseco. También barroco es el cuerpo superior que se ha compuesto con restos varios. Las calles laterales desprovistas de decoración y los marcos de la superior son lo realizado por Manuel Fernández. La talla del Rosario es la que se paga en 1603, el relieve con San Juan Bautista sería del retablo mayor, la imagen del San José es de fines del siglo XIX o ya del XX, la de San Juan Evangelista es la que en 1707 se data así «150 por la hechura de las dos imágenes de Nuestra Señora de los Dolores y San Juan que están a los pies del Santo Cristo en medio de los dos colaterales». La imagen del Santa Águeda del cuerpo superior muy repintada puede ser del retablo del siglo XVII (Los pliegues de los paños muy similares a los de San Gregorio).

En el retablo de Nuestra Señora del Carmen, igualmente se distingue claramente la calle central resuelta con elementos barrocos del mismo estilo que los del otro retablo y los añadidos laterales de ambos cuerpos del año 1865. El enmarque de la hornacinas de nuevo utiliza recetas del arte de Castro Canseco. En la calle de la izquierda se ha utilizado un escaparate decimonónico acristalado que no se si fue solución inicial para abaratar el coste del mismo o es una incorporación posterior. La talla de San Roque es buena del siglo XVII y probablemente de las del retablo de Alonso López. La del Carmen es barroca del XVIII como la de San Cibrao que será la que presidía el retablo mayor del o XVIII sustituida en el nuevo por la que hace el Señor Casas sin duda por buscarse una de mayor tamaño. San Antonio de Padua es obra de talleres industriales del siglo XX.

Dio noticia sobre las aficiones escultóricas de Don Pedro, José Hervella Vázquez en el nº 17 del Boletín de Estudios del Seminario Fontán-Sarmiento de Santiago de Compostela, el año 1996, pg 55 «Cuatro notas de arte. 1. Un obispo escultor». Concretamente sobre esta faceta escribe: «Aficionado a la escultura, talló dos imágenes, una de la Purísima, que recibió culto desde 1871, y otra del apóstol San Pedro». «Allí se conserva la imagen de la Purísima, efigiada en su condición de Inmaculada pisando el dragón infernal. Situada en el presbiterio, a la derecha del retablo mayor, es de vestir sin gran valor artístico. A pesar de conservarse imágenes de San Pedro apóstol, no nos ha sido posible identificar la tallada por el Señor Casas Souto».

Veremos que estos datos un tanto imprecisos no son exactos ya que las tallas que hizo Don Pedro fueron una Inmaculada si, pero de talla y no de vestir y un San Cipriano y ambas se conservan. La Inmaculada a la que alude el Sr. Hervella, de vestir es una obra de talleres industriales quizá catalanes, distinta de la otra.

La información directa e incuestionable la da el propio Don Pedro en una nota manuscrita en el folio 15 del Libro de Fábrica citado: «Nota: Con ocasión de haberse instalado en 2 de febrero de 1872 en esta parroquia la Asociación de Hijas de María se construyó el altar que está entre los dos confesionarios metidos en la pared sur de la nave para colocar en él la imagen de su Inmaculada que hizo y pintó lo mismo que la del patrono San Ciprián el que suscribe. Covas 25 de noviembre 1872. Pedro Casas».

Son pues una imagen de La Inmaculada de talla y pintura y la imagen de San Cipriano igualmente tallada y pintada por el Señor Casas.

San Cipriano, representado como obispo con mitra y báculo y capa pluvial, frontalmente, barbado y actitud de bendecir. Claramente se ve ser obra de un aficionado, que sin embargo resuelve el problema de tener una talla para el nuevo retablo mayor, apurado por las estrecheces económicas, pero las manos, las orejas desproporcionadas, la falta de movimiento son limitaciones de esta escultura. La policromía igualmente es elemental.

La Inmaculada es claramente pareja de la anterior imagen y se le pueden atribuir las mismas limitaciones de aficionado. La Virgen con las manos abiertas, podría ser ya influencia de la iconografía de la Virgen de la Medalla Milagrosa. Se asienta sobre la bola del mundo que se adorna con cabezas de querubines. Manto azul y túnica blanca en la policromía como era preceptivo para las imágenes inmaculistas.

La portezuela del Sagrario por sus características de talla muy elemental con un cáliz, dos palomas y un corazón pienso que también se puede atribuir al quehacer artístico de Don Pedro Casas.

TRANSCRIPCIÓN DE LA NOTA DE DON PEDRO CASAS SOBRE LOS RETABLOS. (AHDOURENSE 32-02-15 FOLS 12-15).

«Relación de lo ocurrido en la construcción del retablo mayor y colaterales de esta Iglesia de San Ciprián de Cobas para ilustrar a quien corresponda y satisfacer la curiosidad de aquellos que quisieran tenerla de saber todos los pormenores de la ejecución de las referidas obras en el año pasado de 1865.

Al tomar posesión el que suscribe del curato de San Ciprián de Cobas y venir a residir en él en noviembre de 1861 halló concluidas en la parte de cantería y carpintería la sacristía y capilla mayor construidos en el mismo año a costa de la herencia de su predecesor don Manuel Alonso. Esta capilla nueva era mucho más elevada y espaciosa que la antigua, exigía de necesidad un retablo proporcionado a su mayor elevación y capacidad pues el que había, construido según lo permitían las dimensiones estrechas anteriores, colocado provisionalmente sobre la mesa de piedra, costeada con fondos de la Cofradía del Santísimo parecía, y permítaseme la comparación, un remiendo corto e informe poco a propósito para cubrir tan notable desnudez. Sin embargo como la fábrica no tenía más que los 306 reales de ahorros del último ecónomo fray Mariano Mosquera, como puede verse al folio cuatro vuelto de este libro, como además de esta obra del retablo era preciso cerrar el atrio abierto a causa del acarreo de la piedra para las obras concluidas, hacer y colocar sobre las gradas de piedra que dejaron en las pilastras del arco nuevo, los dos púlpitos, arreglarla cajonería en la sacristía y hacer algunas de las muchas obras que reclamaba la situación y circunstancias de una iglesia reducida casia las paredes; con en fin a todo eso se añadía que al nuevo párroco no le era posible por no ser entonces muy satisfactorias sus circunstancias económicas, hacer los notables desembolsos que serían precisos al efecto adelantando dinero y por otra parte no aparecía quien se encargase de hacer esa buena obra, harto difícil por cierto parecía el que en corto tiempo llegase a construirse una obra para la que eran necesarios miles que no había en la actualidad ni esperanza de reunir en muchos años atendiendo solamente a los ingresos ordinarios. Aguijoneado por la necesidad, que cada vez parecía más apremiante; considerando que una voluntad resuelta vence obstáculos que parecen insuperables al que sólo quiere débilmente las cosas y que la Providencia suele mostrarse propicia al que se atreve a comenzar, traté decididamente de llevar a cabo cuanto antes la construcción del retablo proyectado excogitando medios que no siempre dieron el resultado apetecido más lejos de desmayar por eso, parece que multiplicaban providencialmente la fecundidad de los proyectos para allegar recursos y la energía para ponerlos en ejecución».

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