Opinión | Sol y sombra

Ómnibus

Una norma ómnibus es un texto legislativo pensado para abordar reformas en ámbitos diferentes sin que tengan una relación entre sí: mezclar churras con merinas, dicho sea de paso recurriendo al refranero. Sacarla adelante supone que quienes tienen que aprobar las reformas o disposiciones han de hacerlo en su conjunto, ya pueden gustarles algunas y no mostrarse a favor de juntarlas con otras muchas con las que no tienen nada que ver.

—Oiga, es que solo quiero un cuarto.

—Bueno, pues aquí tiene cuarto y mitad.

A veces el que compra no traga.

El Gobierno incluyó en su decreto ómnibus, junto con el traspaso de un palacete, medidas de alto significado popular como es el caso de la revalorización de las pensiones, las ayudas al transporte público y a los afectados por la dana, consciente del coste político para la oposición de no convalidarlas. Recibió un revolcón en el Congreso, pero pronto tendrá una encuesta más, redentora, del CIS, magnificando el descrédito de sus adversarios por votar en contra de los pensionistas y de los valencianos. La oposición, temerosa del impacto negativo en la opinión pública, ha anunciado que tramitará propuestas por separado.

Un signo evidente de agotamiento de la legislatura es que ni por decreto se sacan las cosas adelante. Las derechas españolas y las nacionalistas, catalana y vasca, han votado en contra de prorrogar el impuesto a las energéticas, que se debatía aparte. Esta era ya una cuestión ideológicamente interesada, que Junts, en su caso, quiso amplificar oponiéndose de paso a la ómnibus, después de que fracasaran unas negociaciones previas a los que los socialistas, según Page, acuden semiarrastrados. Como arrastrados vamos todos.

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