Opinión | Un millón

Un juicio en un quirófano

La cirugía ha avanzado mucho más que el enjuiciamiento. Una y otro parten de un daño, pero la cirugía causa menos dolor gracias a la anestesia y a la tecnología que se adentra en el cuerpo a través de los orificios naturales y evita así la cirugía abierta, que los abre artificiales y es de rompe y rasga, cose y cauteriza.

Las operaciones buscan la salud; los juicios, la justicia y ambos a través de procedimientos desagradables. Si la cirugía es definida como el fracaso de la Medicina, el enjuiciamiento sería el fracaso de la justicia. Hay querulantes que se pasan el día metiendo pa’lante en los juzgados, pero el juicio debería ser el último recurso (pese a los muchos que caben) de resolución y así es la mayor parte de las veces.

A un juicio se va a dirimir un conflicto que, al menos, una de las partes no quería tener y se hace en una sala cerrada ante desconocidos o personas a los que quisieras no haber conocido. Los que están trabajando visten antiguo y con puñetas; todos hablan de otro a quien no conocen —el que acusa y habla mal y el que defiende habla por otro— ante un juez en lo alto a quien se dirigen en términos raros que contesta en igual jerga.

Como se trata de una «performance» en la que se enfrentan dos versiones hay tantas precauciones por las partes sobre lo que se puede decir y lo que no que el juez tiene que sacar una verdad de dos medias verdades que no hacen una. La víctima tiene que recordar y ponerle palabras a un hecho desagradable en un entorno tan poco confortable para los no profesionales de la sala que hasta un testigo se siente culpabilizado a poco que haya ido a catequesis.

No entiendo que se hable tanto de no «revictimizar» cuando la víctima va a recordar y, en nombre de la justicia, a ser cuestionada por exigencia del procedimiento, pero luego ves y oyes fragmentos de declaraciones y en ellas el juez confunde lo inquisitorial de inquirir con la aspereza de trato. Cada juicio tendrá su momento y cada juez su tono, pero en una profesión tan formalista y en la que no cabe la simpatía no debería caber la antipatía. La neutralidad debe expresarse en tono neutro, señoría.

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