Opinión | Desde mi atalaya

José Policarpo Sanz Soto

Traemos hoy a nuestro comentario semanal a un vecino de Marí, que el historiador marinense José Torres Martínez reseña en su libro de “Marinenses en el tiempo”, y lo califica como “Filántropo Incomprendido”. Procedente de una humilde familia, por el trabajo de su padre de peluquero, nace en Marín hace 184 años, el 25 de enero de 1841. José Policarpo Sanz Soto era hijo de Diego Sanz Cividanes, natural de Tui, y Antonia De Soto Díaz, natural de Vigo, ambos vecinos de Marín, donde el padre ejercía de peluquero. Siendo todavía un niño, pues no habría cumplido los catorce años, se sumó, siguiendo la costumbre de su tiempo, a la riada emigratoria que canalizaba hacia tierras de América, a toda la juventud marinense de su tiempo.

Se dirige a Cuba, y una vez allí, pasado un breve periodo de adaptación, se abre pronto el camino de la vida, comenzando como empleado comercial, logrando destacar por su despierta inteligencia, su seriedad y su capacidad de trabajo en la Casa Comercial Baró que desarrollaba una actividad de alto rendimiento, ganándose muy pronto la total confianza de sus jefes, lo que facilitaba el paso a ocupar cargos de responsabilidad en la misma. Como representante y apoderado de dicha firma comercial, realiza frecuentes viajes de negocios a los Estados Unidos, en cuyo país entablo conocimiento con el prestigioso financiero don Juan Ceballos, depositando en él su confianza hasta el punto de llamarle a formar parte de la plantilla de sus altos empleados, para terminar después por asociarle a su propia empresa.

Durante varios años realiza una acertada gestión que confirma su clara visión de los negocios y le acredita como un verdadero experto en el mundo de las finanzas. En esta situación y también favorecido por el gesto de su antiguo jefe de Cuba, el señor Baró, quien en premio a los servicios prestados al negocio le declara al morir heredero suyo, pasando a poseer de esta manera una importante fortuna que refuerza considerablemente su ya floreciente posición económica. Y es entonces, cuando identificado con los intereses comerciales del señor Ceballos, que supo administrar con lealtad y celo, asegurando una próspera vida a sus finanzas, entra a formar parte de su familia, contrayendo matrimonio con la señorita Irene de Ceballos, hija del significado hombre de negocios que le vincula definitivamente con la empresa.

Después de largos años de trabajo alcanza el merecido prestigio, que avala el éxito de sus iniciativas. Pero en medio de su prosperidad, asoma la nostalgia de su tierra lejana que le llama con su dulce “morriña”, y decide regresar a su Marín natal, al tiempo que se siente obligado a dar un sentido social y humanitario a su fortuna y manifiesta sus nobles propósitos de invertirla en mejorar las condiciones de vida de su pueblo. Piensa para ello en un ambicioso plan de promoción social y económica, abarcando la creación de un centro de formación general y profesional, la construcción de una factoría naval para ampliar el campo laboral de sus paisanos, y la organización de los servicios de sanidad y beneficencia, estableciendo para ello, los organismos pertinentes, de manera que ningún marinense se viese privado de tan fundamental asistencia.

Pero es te amplio plan de mejoras que se había propuesto tropezó con la incomprensión y la suspicacia de quienes estaban obligados, por su posición y autoridad a recoger y facilitar tan singular iniciativa, y así su plan, fue frenado por la política de un caciquismo imperante que miraba con recelo todo progreso. La triste consecuencia de tan absurda actitud hizo que el filantrópico ofrecimiento solo necesitaría el calor de acogida y del apoyo entusiasta por parte de los marinenses, pero desgraciadamente esta quedó sin respuesta, y obligó al señor Policarpo Sanz a ausentarse de su pueblo incapaz de comprender su gesto desprendido y generoso.

Y así es como Policarpo Sanz marcha a Vigo, donde le reciben con los brazos abiertos, por lo que hizo todo lo que los marinenses no quisieron para nuestra villa. Y así se escribe la historia de nuestra villa, por la envidia y la torpeza de los marinenses.

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