Opinión

Besteiro, a picar piedra

Hace veinte años el PSdeG tenía 25 escaños en el Parlamento de Galicia, más de medio millón de votos y a un militante (Emilio Pérez Touriño) como presidente de la Xunta, y ahora su representación en O Hórreo se reduce a 9 diputados, con el aval de poco más de 207.000 votos. ¿A dónde se fueron las actas y los electores que antes captaba el PSdeG? Al BNG que en dos décadas pasó, eso sí con fuertes altibajos, de 13 a 25 diputados y de 311.000 papeletas a más de 470.000. La tercera fuerza de la Cámara gallega busca líder, y José Ramón Gómez Besteiro está dispuesto a repetir en el cargo.

No observo gran entusiasmo en el PSdeG con la continuidad del político lucense, ni tampoco en el propio candidato. Puedo entenderlos a todos. A los dirigentes socialistas, que llevan años equivocándose en la elección del líder, y saben que su cuota de credibilidad roza mínimos. A falta de ministro gallego que lanzar, Pedro Sánchez también se ha inhibido.

Y entiendo al propio Besteiro. La tarea que tiene ante sí es ingente. Debe picar mucha piedra para devolver al PSdeG su esplendor, y el proyecto de recuperación no es a corto plazo. Pasar de nueve a 25 diputados y además reubicar al BNG en la tercera plaza parece tarea para más de una legislatura, ¿no? Y Besteiro hará sus cuentas y a sus 57 años deslomarse para que sea otro, u otra la que se lleve después el mérito y el éxito, tampoco es que ilusione mucho. El partido necesita un gladiador y Besteiro parece más bien un senador romano.

Y en esta tesitura, el PSdeG debe renovar su dirección y lo más probable es que Besteiro firme por otro mandato, y además ya esta semana, sin necesidad de celebrar elecciones primarias. El sector crítico liderado por Gonzalo Caballero revisa sus números, y no le dan para plantar batalla. Solo para visualizarse como corriente, a la espera de mejores tiempos. No convence el regreso del político vigués a la primera línea. No logró coser el partido entonces, ¿por qué podría hacerlo ahora?

El PSdeG necesita un líder que concite consensos en el seno de la formación, que aglutine a la organización y motive a las bases para fraguar un proyecto progresista y galleguista para Galicia.

Deseo al PSOE gallego suerte en el empeño. ¿Por qué? Porque en toda democracia, se necesitan Gobiernos fuertes, pero también oposiciones serias y sólidas que ejerzan su labor fiscalizadora y no permitan a los que ostentan el poder relajarse, pensando que ante la falta de alternativa pueden hacer lo que quieran. Pienso que una buena oposición hará mejor al Gobierno, y si no es así, los ciudadanos tendrán opciones de voto para castigar a un Ejecutivo inoperante. En Galicia, el pase del PP a la oposición requiere que las dos fuerzas de izquierdas superen en escaños a los populares. No basta con un BNG combativo, el PSdeG se tiene que poner las pilas.

Escribía antes que la tarea del PSOE gallego en esta nueva etapa es ingente. ¿Por qué? Porque el PSOE gallego arrastra desde hace veinte años una inercia que le conduce a la irrelevancia, y debe dar un giro de timón. Debe reconstruirse, reinventarse y renovarse.

Porque el partido necesita un líder que se lo crea, que tenga ambición y que esté dispuesto a dejarse la piel por el proyecto, pero también que sus primeras espadas aparquen personalismos e intereses particulares para sumar y definir un proyecto útil para Galicia.

Porque el partido está desarbolado en la base y en los cuadros medios. No hay ejército, no hay equipo.

Porque su proyecto para Galicia está desdibujado. Porque durante años pensó erróneamente que el plus del poder de Moncloa le llevaría directo a San Caetano y hace falta mucho más. ¿Habrán entendido tras la campaña electoral de hace casi un año que el desembarco de ministros no suma votos?

Porque para ser la alternativa al PPdeG hay que ganarse el puesto, hay que currárselo y no pensar que hay una verdad sagrada que establece que la alternancia pasa por ellos, o no habrá alternancia. Es cierto que parece más natural, menos disruptivo, menos brusco, menos radical pasar de una Xunta del PPdeG a una del PSdeG, que no a una nacionalista. Pero en un mundo tan cambiante como el actual, ya no hay máximas grabadas a fuego. Los socialistas deben espabilarse o corren el riesgo de que los ciudadanos se cansen de esperar por ellos, y entonces el BNG, con el permiso de la UPG, claro está, podría afianzarse como única alternativa. A muchos les puede parecer descabellado, pero ERC ya gobernó en Cataluña, y en País Vasco cada día es más posible un lehendakari de Bildu.

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